Algunos mallorquines, cuando quieren protestar, se suben a una piragua. También pueden montarse en una balsa, en un barco o incluso, si se da el caso, pilotar una avioneta. Todos estos transportes se vieron ayer en las concentraciones de Sa Marjal. La duplicidad de medios aéreos --el primero, el de los contrarios a la piscina de Ramírez, llevaba una pancarta que decía La costa es de todos ; en el segundo, de los partidarios del periodista, podía leerse Libertad sin ira -- provocó momentos de auténtica confusión. "¡Aplausos, que viene nuestra avioneta", dijo un animador de las juventudes del PP. "¡Ah, no! --se excusó tras darse cuenta de su error-- ¡Que es la de los otros! ¡Abucheos!".

Más allá del desfile de embarcaciones y avionetas, los actos se asemejaron también en el planteamiento tremendista del affaire de la piscina. Si los que apoyaban a Ramírez identificaban a sus contrarios con Batasuna y ERC, los que protestaban contra la pileta no se quedaban atrás. Hace unos días, Jaume Sastre, del Lobby per la Independ¨ncia, había declarado su intención de bañarse en la piscina --como ya hizo el año pasado junto al republicano Joan Puig-- acompañado de embarazadas, de quienes dijo que emularían a las "madres palestinas".

La gran diferencia

Pero hubo diferencias. La principal, y que explica la mayor afluencia a una de las dos concentraciones, fue que mientras los contrarios a la pileta llegaron a la playa de la protesta en vehículos propios, la mayor parte de los manifestantes del otro bando lo hicieron en autobuses fletados por las más que bien organizadas Nuevas Generaciones del Partido Popular.