El presidente de Bolivia, Evo Morales, y la díscola Santa Cruz hablaron ayer tímidamente de negociación, solo para guardar ciertas formas que la política real convierte en papel mojado. Morales hizo una invitación para discutir con las regiones enfrentadas la cuestión de las autonomías, aunque siempre en el marco de su Constitución, que debe ser ratificada en una consulta que aún no tiene fecha.

Los cruceños aceptan dialogar. Pero reclamaron otra vez que se archive ese texto "fundacional". El referendo del domingo, con una victoria del al estatuto por un 85% de los votos, ha sido un capítulo más de esa lucha con final abierto y peligros en ciernes.

En la noche del domingo, la plaza 24 de Septiembre se vistió de fiesta. Hubo canciones e insultos a granel para Morales. El prefecto Raúl Costas los cambió por un discurso más amigable. El estatuto, dijo, "no es una obra final y estática" y "estará abierto a ser debatido y mejorado en lo que fuere necesario".

HEREJIA Carlos Dabdoub Arrien, secretario de Autonomías de Santa Cruz destacó a este enviado ese "mensaje de humildad". Dabdoub, un dirigente clave en la formulación del proyecto autonómico, cree que, "tarde o temprano", Santa Cruz y La Paz llegarán a un acuerdo. Pero, antes, hay que atravesar una difícil carrera de obstáculos. Entre otras cosas porque esta región quiere "discutir la Constitución del MAS Movimiento al Socialismo del primero al último de sus artículos". Y eso, para el Gobierno, es una herejía.

A la misma hora en la que las celebraciones de la plaza 24 de Septiembre llegaban a su punto culminante, Morales habló al país. Le costó encontrar las palabras justas. "Expreso al pueblo cruceño mi admiración por esta resistencia contra un estatuto autonómico separatista", dijo. Para él, el referendo no solo era anticonstitucional. Su resultado también fue fraudulento. Y algo más: si se suma la abstención (el 35%) a los votos negativos, en blanco y nulos, la cifra es superior a la del sí. "No se puede engañar al pueblo boliviano", dijo. Después tendió la mano a sus adversarios "oligarcas".

Para Dabdoub, el razonamiento del Gobierno es falaz y oculta su desconcierto. "Si aplicáramos la misma lógica y juntáramos las abstenciones, los votos opositores, blancos y nulos de diciembre del 2005, entonces Morales no hubiera sido presidente". Cree que Morales desperdició ayer la ocasión de hacer suyas las banderas de la autonomía. "Si las tomara seriamente, Bolivia sería un mar de leche". Pero admite que sería difícil. "En el fondo, esta es una confrontación ideológica. Santa Cruz rechaza el Estado comunitario y social del MAS. Defiende la economía de mercado y la democracia. Si ellos quieren lo primero, ¿qué mejor que las autonomías?".

Hay una larga tradición política en Bolivia de llevar las disputas al filo del precipicio y, cuando el derrumbe parece inexorable, se restaura un principio de equilibrio. Los augurios apocalípticos de los protagonistas, que suelen hablar de "guerra civil", terminan siendo desplazados por acuerdos precarios. El Gobierno y las regiones confían en que, finalmente, se imponga la lógica de la negociación. Pero saben que no es fácil.