El consejero catalán de Economía, Antoni Castells, ya empieza a ejercer la libertad que él mismo se otorgó al renunciar a formar parte, el domingo, de la lista del PSC. Ayer dijo que trabajará para ayudar a su partido aunque a renglón seguido le reprochó su actitud "resignada". Lamentó que los socialistas parezcan conformados solo con dos opciones de gobierno: tripartito o CiU. Y admitió que piensa en el escenario postelectoral --"hay que empezar a pensar en el día después"-- pero sin enseñar más cartas.

Después de escucharle, en la dirección socialista ya corren las especulaciones sobre cuáles son las verdaderas intenciones de Castells. Unos creen que se está preparando para postularse, tras las elecciones, como un relevo a José Montilla. Si la derrota es tan estrepitosa como las encuestas apuntan, nadie podrá reprocharle que él no avisase a la dirección del PSC de que se equivocaba. Montilla ayer se limitó a expresar su respeto por la decisión de Castells.

Otros dirigentes creen que el conseller no se mueve por ningún interés oculto y recuerdan que, para ser el candidato de un partido, hay que tener una proyección pública que difícilmente se consigue fuera del Parlamento. Hace cuatro años Montilla tampoco era diputado, pero tenía proyección como ministro.