El PSE ha iniciado ya la carrera hacia Ajuria Enea (sede de la presidencia del Gobierno vasco). Al hilo de los excelentes resultados del 9-M y ante la eventualidad de un posible adelanto de las autonómicas al próximo otoño, la ejecutiva de los socialistas vascos nombró ayer a su secretario general, Patxi López, como candidato a lendakari.

El gesto confirma que en Euskadi se ha iniciado ya la precampaña electoral y que el PSE quiere aprovechar el viento a favor de unas generales que le han reportado el mejor resultado de su historia --22.000 votos más que el tripartito de PNV, EE y EB-- y la hasta ahora inédita consolidación como primer partido en Guipúzcoa, Vizcaya y Alava.

Toda la actividad de los socialistas vascos se enfoca ahora a promocionar a su candidato. Comenzaron ya el pasado lunes, con la presencia de López en la toma de posesión de la nueva ministra de Innovación, la vasca Cristina Garmendia, y continuarán con un denso programa de contactos para reforzarle como prototipo de la alternativa para una nueva Euskadi.

Así lo expuso ayer el portavoz de la ejecutiva, Rodolfo Ares que, sin mencionar a Juan José Ibarretxe, subrayó que con López se cierra la etapa de la "división" y "los proyectos personalistas". Además, Ares envió un mensaje tanto al lendakari como al PNV al advertir de que el diálogo para lograr un pacto político sobre el futuro de Euskadi deberá darse entre vascos y no directamente con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, como los nacionalistas reclaman.

La decisión de Zapatero de arropar a López se verá con claridad el día 11 de mayo, cuando el PSE celebre la Fiesta de la Rosa. El presidente, buena parte de sus ministros, la ejecutiva federal del PSOE y dirigentes socialistas de toda España tienen previsto acudir al Bilbao Exhibition Center (BEC) en Barakaldo (Vizcaya).

La euforia socialista es observada con reservas por el PNV. Sus dirigentes insisten en que la legislatura se cumplirá --termina en la primavera del 2009-- y, de hecho, es el escenario que más les interesa para recuperarse del batacazo electoral y de la imagen de división interna.