Cuenta Pedro Sánchez que en esta campaña, en la calle o al acabar los mítines, los votantes le paran y le dicen: “Pedro, con [Pablo] Iglesias a ningún lado”. Pero sin el líder de Podemos, la candidatura a la Moncloa del socialista tampoco tiene recorrido. Acosados por las encuestas, que colocan al partido morado por delante, el PSOE se mueve entre la crítica frontal a Iglesias y la necesidad de llegar a algún pacto con él tras las elecciones del 26 de junio. Los colaboradores de Sánchez han pasado de descartar con vehemencia el ‘sorpasso’ de Podemos a considerarlo posible, y empiezan a barajar quedar en tercer lugar en votos, pero no en escaños, donde los socialistas están en mejor situación debido a su fortaleza en el entorno rural, sobrerepresentado frente al urbano.

Si se da este desenlace, el PSOE dirá que debe llevar la iniciativa en la negociación y que Sánchez está llamado a ocupar la Moncloa porque es el Congreso de los Diputados quien elige al presidente del Gobierno. De ahí que el secretario general de los socialistas suela insistir también, como hizo este miércoles, en que no se impida la investidura del aspirante que logre más apoyos parlamentarios, como le ocurrió a él en abril a través de su alianza con Ciudadanos, una propuesta que el PP, que defiende que tiene que gobernar la fuerza más votada, no está dispuesto a aceptar.

Pero un resultado de este tipo (más papeletas de Podemos, más diputados del PSOE) provocaría un choque de legitimidades, e Iglesias, según fuentes de su entorno, argumentaría que tiene unmayor respaldo social y que por lo tanto ha de intentar alcanzar la Jefatura del Ejecutivo dentro de una coalición proporcionalentre ambos partidos. Aun así, la fuerza morada admite que “la tensión se elevaría muchísimo” en una coyuntura de este tipo.

En cualquier caso, el ‘sorpasso’ en votos y no en escaños, aun siendo pésimo para un PSOE que nunca ha sufrido un batacazo de tal calibre, sería mucho mejor que la alternativa, anticipada por los sondeos, de tener menos diputados que Podemos. Los dirigentes socialistas ya hablan de “susto o muerte” para referirse a esta posibilidad, que les llevaría a elegir entre llevar a Iglesias a la Presidencia del Gobierno, si dan los números, o permitir otra legislatura de Mariano Rajoy mediante su abstención.

PISAR EL ACELERADOR

El entorno de Sánchez, que continúa abogando por un pacto con Ciudadanos y Podemos al mismo tiempo (algo que se mostró imposible hace un par de meses), señala que esta vez no se actuará igual que tras los comicios de diciembre. Si vuelve a quedar segundo en escaños, el candidato comenzará a negociar desde el primer momento, en lugar de esperar a las audiencias con el Rey y a que Rajoy fracase en su investidura o renuncie de nuevo a intentarlo. La dirección socialista cree que así tendría más posibilidades de sellar un pacto suficiente para alcanzar la Moncloa, al no estar tan constreñido por los tiempos.

Esa es su posición, pero no está claro, y esta es otra de las muchas incertidumbres que se ciernen sobre el partido, que pueden mantenerla después del 26-J. La desconfianza de los principales barones hacia el secretario general, y también a la inversa, no ha disminuido pese a las indispensables muestras de unidad de estos días, y los críticos con Sánchez consideran que pretende pisar el acelerador de las negociaciones, entre otras cosas, para tener más posibilidades de mantenerse al frente del PSOE. No se entendería una lucha por el liderazgo del PSOE cuando el secretario general está tratando de gobernar el país.

Más temprano que tarde, los socialistas celebrarán un congreso para elegir a su dirección y su nuevo proyecto político, un cónclave que debería haber tenido lugar a principios de año y se pospuso, precisamente, para no entorpecer las fracasadas negociaciones de investidura. Hasta hace unas semanas, casi todos los dirigentes del PSOE daban por seguro que Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, intentaría tomar el timón interno a menos que Sánchez lograse alcanzar la Moncloa. Ahora muchos se plantean si estaría dispuesta a dar el salto en el caso de que su partido acabe ocupando la tercera posición.

LA CONSULTA EN CATALUNYA

Sánchez, mientras tanto, intenta reactivar al electorado socialista con una mezcla de reivindicación del PSOE (las siglas están ahora mejor valoradas que el candidato, algo que no ocurría hace un año) y ataques a Iglesias, una estrategia en la que la mención al referéndum sobre la independencia en Catalunya que defiende Podemos ocupa un papel protagonista. Todos los socialistas comparten la crítica. Este miércoles, por ejemplo, Díaz acusó a Iglesias de presentarse como "un patriota" para "legitimar al mismo tiempo la posibilidad de que algunos rompan y troceen la riqueza de España".

Andalucía, el único gran pulmón de votos que le queda al PSOE y el territorio que más diputados aporta (61 de 350), será fundamental a la hora de definir el destino del partido. Tanto, que Sánchez ha decidido cerrar la campaña, el próximo 24 de junio, en Sevilla, junto a la propia Díaz. El candidato visitó Málaga este miércoles. Ante unas 500 personas, se centró en el presunto transformismo del líder de Podemos.

“Iglesias es unas veces un comunista de toda la vida, otras un anticapitalista de toda la vida y también, cuando está conmigo,un socialista de toda la vida. Miedo me da qué pasará cuando se reúna con Rajoy en un ascensor. Iglesias votó en contra del cambio, en contra de un candidato socialista y a favor del mantenimiento de Rajoy”, señaló antes de pedir al auditorio del mitin que intente persuadir a los simpatizantes de Podemos para que “no tropiecen dos veces en la misma piedra” y "voten al PSOE". El líder socialista quiere recuperar con este mensaje a un millón y medio de ciudadanos que en diciembre votaron a Podemos. Las encuestas dicen que no lo está consiguiendo. Pero Sánchez contesta que los sondeos se equivocan.