Los cuatro principales partidos encaran con posiciones irreconciliables sus inminentes citas para explorar la gobernabilidad. Un día antes de que Pedro Sánchez se reúna en el Congreso con Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, los socialistas llamaron a permitir la investidura, azuzaron el miedo a la repetición electoral y advirtieron al líder de Podemos de que su propuesta de coalición era inviable. El PP, con algo de cacofonía interna, trasladó que pensaba «dificultar» la reelección de Sánchez. Cs también se revolvió contra las presiones e insistió en su no al jefe del Ejecutivo. Y el líder de Podemos pidió para sí mismo un ministerio de corte social.

La situación actual es similar a la del verano del 2016, pero con los papeles cambiados. Si entonces eran los socialistas los presionados por el PP y Cs para que se abstuvieran ante Mariano Rajoy y la legislatura echase a caminar, ahora ellos son quienes presionan, con los conservadores y los naranjas entonando su propia versión del no es no.

«PEDIMOS ALTURA DE MIRAS» / «La alternativa a un Gobierno del PSOE es obligar a los españoles a que vuelvan a votar. Y las urnas tienen memoria. Los españoles no perdonarán. El PSOE actuará con generosidad. No pedimos acatamiento, sino altura de miras. El tiempo del obstruccionismo tiene que terminar. Los vetos son un síntoma de incapacidad política cuando han acabado las campañas electorales», dijo el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, pidiendo al PP y a Ciudadanos que «al menos piensen en sus propios intereses partidistas», que pasan, a su juicio, por no ir de nuevo a unos comicios en los que todos, salvo el PSOE, verían mermados sus resultados.

Una frase de este tipo, palabra arriba o abajo, podría haber sido suscrita por algún colaborador de Rajoy hace tres años. Pero ahora, a diferencia de entonces, cuando los barones del PSOE torcieron el brazo de Sánchez y este se vio obligado a dimitir antes de que se impusiera la abstención, la presión tiene pocos visos de salir adelante.

Los socialistas reconocen en privado que la operación para lograr que el PP y Cs no voten en contra del presidente en funciones es muy difícil, pero quieren cargarse de razones antes de acudir a los grupos minoritarios.

ROCES POPULARES / El día comenzó agitado en el PP. Su candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, se desmarcó por completo de la línea oficial del partido. Dijo que una abstención sería «correcta» para que Sánchez fuese investido «sin el apoyo de los independentistas y el entorno de ETA», en referencia a ERC, JxCat y Bildu.

La exlíder conservadora en esa autonomía, Esperanza Aguirre, había abonado la misma tesis días atrás, que también fue respaldada por la presidenta del PP de Asturias, Mercedes Fernández. «La abstención hay que explorarla», escribió en Twitter.

El debate se ha abierto en las filas populares, pese a los intentos de la dirección de cortarlo de raíz. «El PP no solo no va a facilitar la investidura de Sánchez, sino que la va a dificultar», aseguró el secretario general, Teodoro García Egea.

Pero los socialistas, que intentan poner a sus adversarios frente a sus propias contradicciones, explotaron esas primeras grietas. «Demuestran que son conscientes de que nos enfrentamos a este problema. Actuar en función de lo que se pidió [en el 2016] sería un gesto de coherencia. Si aquello fue por el bien de España, España sigue siendo la misma», argumentó Ábalos.

En Cs, la discusión interna está más apagada, informa Iolanda Mármol. «Trasladaremos a Sánchez que en ningún caso vamos a facilitar la investidura con apoyo o abstención», explicó su secretario general, José Manuel Villegas. «No tenemos miedo a unas elecciones», señalaron fuentes de la dirección naranja.

TRABAJO Y HACIENDA / Y en Podemos, mientras tanto, todo sigue más o menos igual, con Iglesias poniendo como condición para su apoyo la entrada de miembros de su partido en el futuro Ejecutivo. El líder morado elevó su apuesta, informa Miguel Ángel Rodríguez, al anunciar que trasladará a Sánchez la necesidad de gobernar de la mano. Podemos, dijo Iglesias, debería ocuparse de los «derechos sociales», sugiriendo las carteras de Trabajo y Hacienda. Y cuando dice Podemos, se refiere, entre otros, a él mismo. «Uno se presenta a las elecciones para gobernar -señaló en TVE-. Si alguien que encabeza una lista está dispuesto a quitarse de en medio, esa persona nunca debe ser candidato».

Los socialistas nunca han visto con buenos ojos una coalición con los morados, pero sus declaraciones han tenido distintas intensidades.

Ábalos, esta vez, fue categórico. Una fórmula de este tipo no es conveniente, defendió, por el rechazo que suscita en el resto del arco parlamentario. «Si nosotros sumáramos con Podemos mayoría absoluta, lo normal sería una coalición como la que plantea el señor Iglesias -dijo-. No habría aquí ningún debate. Pero no es el caso. No llegamos. Un Gobierno de esa naturaleza no añade, sino que puede restar. Concita más aceptación un gobierno en solitario del PSOE que otras fórmulas», terminó afirmando el dirigente socialista.