El próximo 29 de enero, un día después de aprobar una reforma de las pensiones que puede minar aún más sus expectativas electorales si no se logra un complicado acuerdo con los sindicatos, el PSOE reunirá a sus candidatos a las elecciones autonómicas del 22 de mayo. El encuentro durará un par de días y la elección del lugar ha obedecido a estrictos cálculos electorales: será en Zaragoza, capital de Aragón, una comunidad que los socialistas aseguran que no perderán, pero en la que no tienen para nada asegurada la victoria. Poco después, ya en febrero, el PSOE celebrará una cumbre para los aspirantes a las alcaldías en Sevilla, donde el PP tiene posibilidades de acabar gobernando.

Tanto en la capital andaluza como en Aragón los candidatos socialistas se estrenan. En la comunidad, el factor novedoso juega en contra suya. La exsecretaria de Estado de Educación, Eva Almunia, que sustituye como cabeza de lista al actual presidente autonómico y secretario general del PSOE, Marcelino Iglesias, no es muy conocida entre sus coterráneos. Con todo, el territorio que de verdad preocupa es Castilla-La Mancha, donde una derrota del presidente José María Barreda ante la popular María Dolores de Cospedal tendría profundos efectos psicológicos en un partido que desde el año 1982 hasta ahora ha gobernado siempre allí.

En Sevilla ocurre al contrario: el cambio de candidato (se presenta Juan Espadas, exconsejero de Vivienda de la Junta de Andalucía) resulta beneficioso para sus expectativas porque la popularidad del actual alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, está por los suelos. Si el PSOE perdiese allí y en Barcelona, algo que sus máximos dirigentes consideran probable (sobre todo, en la capital catalana), la principal ciudad en manos socialistas pasaría a ser Zaragoza.

EL MENSAJE DEL LIDER Ante este panorama, con la formación sumida en el desánimo, José Luis Rodríguez Zapatero intentó motivar ayer a su cúpula durante la reunión de una ejecutiva federal condicionada por el comunicado de alto el fuego de ETA.

Según fuentes socialistas, el presidente del Gobierno manifestó que aún faltan cinco meses para la cita electoral y que ese es un margen de tiempo suficiente para darle la vuelta a los sondeos. El secretario general del PSOE llegó a mirar hacia atrás, a las primeras generales que ganó, las del 2004, para concluir que en esa ocasión él también aparecía rezagado frente al PP en las encuestas y luego acabó siendo el candidato más votado.