E ra 8 de marzo. Aquella noche, cuando se habían apagado las manifestaciones feministas, Inés Arrimadas era proclamada ganadora de las primarias de Ciudadanos. Justo cuando la transmisión del virus se había desbocado en toda España. A las pocas horas, la nueva líder de un partido en ruinas decidió llamar al Gobierno, recuerda un miembro de la dirección, para pedir que se actuase cuanto antes y ofrecerse a ayudar. «Había mucha desconfianza por ambas partes, pero enseguida les demostramos que íbamos en serio, porque no hicimos peticiones ideológicas», añade este dirigente.

A esas alturas del año, no había ni un puente de diálogo entre las dos orillas. Todos habían saltado en mil pedazos en el 2019, con el rechazo de Albert Rivera a apoyar a Pedro Sánchez tras las generales de abril, uno de los motivos que llevó a la repetición de las elecciones. Pero el hundimiento del 10-N, la dimisión de Rivera y su relevo por Arrimadas obligaron al partido a repensar su rumbo y tratar de revalorizar la capacidad de sus solo 10 escaños.

Desde abril, ambas partes han ido cultivando su relación, hasta el punto de que Cs es el socio preferente del Gobierno para los Presupuestos. Y es posible porque, como admiten en el núcleo duro del Ejecutivo, se ha creado un espacio de «absoluta confianza» entre las partes, forjado a partir de los múltiples contactos entre Calvo y Edmundo Bal –el rostro de los naranjas durante la baja por maternidad de Arrimadas– y, en el día a día, del secretario general de la Presidencia, Félix Bolaños, y el vicesecretario de Cs, Carlos Cuadrado. Las llamadas, señalan socialistas y liberales, son semanales.

Los dos nuevos aliados han escenificado cordialidad en dos reuniones hechas públicas, en junio y en agosto, pero ha habido más citas, reconocen ambos, además del encuentro de Arrimadas y Sánchez del miércoles. Cs apoyó las prórrogas de la alarma y tres de los cuatro documentos de la reconstrucción. «Poco a poco, nos descubrimos y se fue abriendo paso la conversación sobre otros temas, como los Presupuestos», relata un alto cargo del Ejecutivo. «Hablamos con claridad, vemos hasta dónde puede llegar cada uno –dicen desde el círculo de Sánchez–. Cs ha procurado que su posición sea propositiva. La inteligencia de Inés es que ha sabido leer el contexto, entender que el momento es excepcional. La pandemia ha obligado a todo el mundo, incluso a ERC, a mover ficha. A todos menos a Pablo Casado, que tiene un problema con la realidad».

Arrimadas tiene como objetivo no seguir menguando en las generales, algo que en el PP dan casi por hecho, obviando historias recientes de resurrección como la de Sánchez. «Es imposible remontar cuando tu partido cae por debajo del 7%», lanzan en la cúpula popular, donde ven sin temor la estrategia de la dirigente liberal.

El miércoles, Arrimadas exhibió su «voluntad real y firme» de negociar. En el Gobierno persiste el optimismo: «No se puede ser responsable en la alarma y no serlo en los Presupuestos, que son la continuación», «el puente que han tendido no es para volver a volarlo», manifiestan dos fuentes del máximo nivel. Para el PSOE, su marco de mínimos son unas cuentas «progresistas para una salida inclusiva de la crisis» y sin «vetos cruzados». Aunque en la Moncloa no se renuncia aún a ERC, se cree más probable que los PGE salgan gracias al apoyo de Cs, también porque «el sector económico está expectante con los fondos europeos» y empuja para que haya cuentas, subraya un ministro.

Pase lo que pase, Sánchez quiere profundizar las relaciones con Cs. Ya ha dado a la cúpula del PSOE la indicación, difusa, de que se tejan lazos orgánicos, más allá del diálogo con la Moncloa.

Los populares no creen que la entente PSOE-Cs conlleve sintonía en las autonomías que los naranjas gobiernan con ellos. Tampoco en Cs admiten que ese pueda ser el siguiente paso. «No estamos pensando como partido. Necesitamos una tregua política, todos deberíamos dejar la ideología de lado y hacer unos Presupuestos que ayuden a mitigar la grave situación económica y social que vivimos», afirman en la cúpula. Sánchez tiene más cerca que nunca unir a Podemos y Cs. Sabe que incomoda a los morados. Pero por ahora no quiere frenar. H