Acostumbrado como estaba a que cada proceso electoral fuese una prueba sobre el futuro del líder del partido, las elecciones del 12 de julio tienen algo de aburrido, casi un trámite, admiten en el PSOE. Desde que Pedro Sánchez ganó la moción de censura a Mariano Rajoy, hace poco más de dos años, los socialistas han vuelto al primer lugar en el conjunto de España. Pero no en Euskadi ni en Galicia. El PSOE, que presenta a candidatos con escaso tirón como Idoia Mendia y Gonzalo Caballero, se juega poco en ambas autonomías.

En la primera, aspira a seguir gobernando, si bien en un lugar secundario, junto al PNV. En la segunda, la dirección del partido considera difícil que Alberto Núñez Feijóo pierda la mayoría absoluta. Aun así, aún hay una pequeña oportunidad, continúan en la cúpula socialista, que lo apuesta casi todo a la gestión del virus por parte del Gobierno.

La presencia de miembros del Ejecutivo en los mítines es constante estos días, con el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ocupando un lugar protagonista. Sus intervenciones giran en torno a las medidas tomadas frente a la epidemia. También las de Sánchez, que hace cuatro años, tras los comicios vascos y gallegos, en los que el PSOE socavó su suelo electoral, se vio forzado a dimitir como secretario general, un puesto que recuperó contra pronóstico meses después. El Sánchez de entonces poco tiene que ver con el de ahora. En el 2016 era un líder muy contestado internamente, siempre bajo la sombra de la derrota. Ahora su inmediato competidor a nivel estatal, Pablo Casado, se encuentra muy lejos en las encuestas, y nadie en el PSOE discute su autoridad. Las intervenciones del presidente en esta deslucida campaña consisten en defender la unidad frente al covid-19, llamar a «no bajar la guardia» pero al mismo tiempo a «mirar hacia adelante», resaltar las medidas sociales aprobadas por el Ejecutivo en estos meses (moratorias hipotecarias, ertes, ayudas a las empresas, ingreso mínimo vital, prohibición de desahucios y cortes de suministros…) y sobre todo llamar a la participación.

INDECISOS GALLEGOS / El mensaje busca un impacto en Galicia. Los sondeos anticipan que el PP volverá a gobernar en solitario, pero los socialistas, que dan por seguro que mejorarán sus resultados, insisten en que todavía hay cerca de un 30% de indecisos. Si logran movilizar a buena parte de ese sector, creen que puede haber sorpresa.

En Euskadi, donde el PSOE también logrará más escaños que hace cuatro años, el desenlace parece aún más fácil de predecir. Con Mendia insistiendo en que no pactará con Bildu, nada parece interponerse en la reedición del actual Gobierno: los nacionalistas vascos ocuparían la presidencia y la mayor parte del poder y los socialistas un puñado de consejerías.

Sánchez, al que un resultado de este tipo le conviene para seguir contando con el PNV en el Congreso, lo tiene asumido. «La garantía de que nadie se queda atrás es tener un PSOE de Euskadi fuerte en el Parlamento y fuerte en el Gobierno», dijo ayer en Bilbao.