Mientras el huracán Gürtel amenaza con llevarse por delante la escasa ventaja en las encuestas que la crisis ha brindado a Mariano Rajoy frente a José Luis Rodríguez Zapatero, paradójicamente, el PP mantiene intacto su capital de votos en los feudos donde la trama corrupta ha campado a sus anchas: Madrid y la Comunidad Valenciana. Frente a unos dirigentes conservadores enzarzados en querellas internas sobre cómo hacer frente a tantos datos incriminatorios, el PSOE no logra dibujar una alternativa creíble. Esta constatación inquieta cada vez más a la cúpula socialista, desconcertada porque todas las estrategias que se han puesto en marcha en ambas comunidades han fracasado rotundamente.

El PSOE optó tras las elecciones autonómicas del 2007 por renovar a fondo los liderazgos con personas que zanjaran las estériles querellas que habían desangrado al partido. Tomás Gómez, un alcalde de la periferia madrileña que obtenía mayorías absolutas, debía aunar esfuerzos para destronar a Esperanza Aguirre, mientras Jorge Alarte, joven exalcalde del municipio valenciano de Alaquàs apadrinado por la número tres del PSOE, Leire Pajín, debía hacer frente al monopolio político ejercido por Francisco Camps.

NULO CONOCIMIENTO Sin embargo, a falta de 18 meses para las próximas autonómicas y municipales, en el 2011, el grado de conocimiento de ambos se sitúa en cifras ridículas, por lo que el partido aún no tiene claro si apostará por ellos como candidatos. Gómez, al igual que el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, David Lucas, ha perdido el reciente pulso con la dirección socialista para ser confirmado como candidato este otoño. Zapatero ya ha dejado claro que no habrá decisión como mínimo hasta pasada la presidencia española de la Unión Europea, que acaba en junio del 2010.

Alarte y Gómez sufren un gran hándicap que el PSOE tiene muy presente. No son diputados y, por tanto, no puede comandar la oposición parlamentaria. Y el extremo sectarismo de los medios de comunicación públicos en ambas comunidades tampoco ayuda. Su falta de visibilidad pública ha provocado que, desde el entorno del partido, hayan empezado a barajarse candidatos alternativos, especialmente en el caso de Madrid, donde el PSOE ve más factible batir al PP por la menor diferencia de votos. Las dudas socialistas no afectan solo al quién y al cuándo, sino también, y quizá sea lo más grave, a la estrategia. Gómez puede estar siendo víctima de la misma táctica que yuguló las opciones de los candidatos del PP en Castilla-La Mancha que se enfrentaron a José Bono. La confianza de la dirección en Gómez ha menguado por su poco comprensible defensa del candidato de Esperanza Aguirre para Caja Madrid, su número dos en la Comunidad de Madrid, Ignacio López.

ELOGIOS ENVENENADOS Los populares elogiaban y potenciaban la figura de Gómez para segar la hierba bajo los pies del entonces líder de la oposición, Zapatero. El resultado: ningún candidato conservador le pudo ganar jamás. Consciente de este peligro, Gómez ha contemplado con irritación el acercamiento institucional del ministro de Fomento, José Blanco, a Aguirre y con un mayúsculo enfado los elogios de altos cargos socialistas a la rapidez de respuesta de la presidenta madrileña ante el caso Gürtel . En Valencia, los socialistas más optimistas esperan que los escándalos terminen calando entre los ciudadanos. Pese a que las encuestas le son muy desfavorables, Alarte ha reclamado elecciones anticipadas. "Los valencianos deben ver que existe una alternativa y una forma de entender la política que no genera espacios de impunidad como la del PP", desafía. Pero el exrival de Alarte para la secretaría general del PSPV y alcalde de Morella, Joaquim Puig, ya ha advertido de que algo se está haciendo mal. "No podemos esperar que los rivales vayan a caer por sus propios errores. Hace falta tener un proyecto".