Justo en la víspera de que el lendakari, Juan José Ibarretxe, firme hoy el decreto de disolución del Parlamento vasco y de convocatoria de elecciones para el próximo 1 de marzo, socialistas y nacionalistas vascos se cruzaron ayer las primeras amenazas.

El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, avisó de que su partido no antepondrá la estabilidad del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso al deseo de cambio en Euskadi. Y el peneuvista Josu Erkoreka advirtió a Zapatero de que no espere "caricias" en el Congreso si arrebata el poder al PNV con "patadas en la espinilla".

Por primera vez las encuestas pronostican un empate técnico entre un PNV que se estanca y un PSE que despega hasta casi igualar en escaños a su directo adversario. Los socialistas rentabilizan ya el tirón ensayado en las generales, cuando se convirtieron en la primera fuerza de Euskadi, y se postulan como la única alternativa de cambio. Pero el PSE, igual que el PNV, no ignora que además de ser la primera fuerza electoral, será crucial contar con eventuales aliados para hacerse con el Ejecutivo de Vitoria.

Según el último Euskobarómetro, la suma del PSE y el PP podría garantizar la alternancia en un hemiciclo en el que no esté presente la izquierda aberzale. La emoción en el arranque de la precampaña está garantizada. La primera imagen conjunta de los dos principales aspirantes, Ibarretxe y el socialista Patxi López, se verá el jueves en el banquillo de la audiencia de Bilbao. Ambos serán juzgados por las reuniones que mantuvieron con Batasuna durante el año 2006.