Hubo un tiempo, hace no muchos años, en el que el PSOE marcaba a Pedro Sánchez los límites de la negociación y este informaba al partido de la marcha de esas conversaciones. Esa etapa ha quedado muy atrás. La discreción que el presidente se ha impuesto en sus tratos con otras fuerzas para asegurarse la investidura alcanza ahora incluso a la propia cúpula socialista. Más allá de su entorno más cercano, nadie en el PSOE conoce los detalles del pacto de coalición con Unidas Podemos, ni tampoco hasta dónde está dispuesto a llegar Sánchez para lograr que ERC se abstenga.

Los principales colaboradores del secretario general insisten en que esa es la única manera de asegurar el acuerdo, porque unas negociaciones expuestas a continuas filtraciones estarían abocadas al fracaso.

Los miembros de la ejecutiva socialista, que asisten a este proceso sin apenas datos de lo que está pasando realmente, se muestran de acuerdo. Y los barones, antiguo contrapeso en la formación del secretario general, lo aceptan con «paciencia» y «resignación», resumen varios de ellos.

LA ÚNICA VÍA / Un día después de las elecciones generales del pasado 10 de noviembre, el máximo dirigente de los socialistas reunió a la dirección de su partido para analizar el resultado. El presidente tenía ante sí distintos caminos para lograr su reelección: la abstención del PP y el voto a favor de Ciudadanos, un pacto con Podemos que fuese respaldado por los naranjas y los grupos minoritarios o un acuerdo con los morados que dependiese del aval del independentismo catalán.

Ya entonces tenía claro que la única vía realista era esta última, porque el resto de ecuaciones eran imposibles debido al «absentismo» de la derecha, pero no dijo nada de eso a su ejecutiva. Se limitó a pedir su «confianza», sin más detalles, y el organismo se la dio.

Horas más tarde, Sánchez se ponía en contacto con Pablo Iglesias para abordar un gobierno de coalición, posibilidad que en verano, tras el fracaso de las negociaciones, había tachado de «inviable». Al día siguiente, los líderes del PSOE y Podemos firmaban su preacuerdo y dejaban la imagen pública de ese abrazo tierno inimaginable unos meses atrás.

SIN APENAS INFORMACIÓN / El presidente pasó entonces a buscar a ERC, cuyo aval es imprescindible para que la investidura prospere. Atrás había quedado su compromiso electoral de buscar el apoyo de las fuerzas progresistas y la abstención del PP y Cs para que el futuro Gobierno «no dependa de los votos independentistas». «Es normal que no nos mantenga informados al minuto de la marcha de las negociaciones. La única manera de sacar adelante un entendimiento tan complejo como este es con la máxima discreción», señala un miembro de la ejecutiva socialista, que asegura desconocer en qué consiste el reparto de ministerios con Podemos y los términos de las conversaciones con ERC.

Los líderes territoriales, muchos de ellos enfrentados al presidente en el pasado, llevan peor esta falta de información, aunque de momento no están dispuestos a librar ninguna batalla. Su peso interno es mucho menor desde que Pedro Sánchez ganó las primarias frente a Susana Díaz y Patxi López (o a la inversa: el peso del secretario general es ahora mucho mayor), y al mismo tiempo no tienen elecciones a la vista, así que no están tan preocupados por el efecto que la cercanía a ERC pueda tener entre sus votantes.

Sánchez tiene vía libre para encarar el debate de investidura, que solo se celebrará en la tercera semana de diciembre, como desea el jefe del Ejecutivo, si entonces ha logrado los apoyos necesarios.

REUNIÓN DE LA EJECUTIVA / Este lunes, el líder del PSOE volverá a reunir a su ejecutiva, en una reunión que servirá, salvo sorpresas, para volver a proponer a Meritxell Batet como presidenta del Congreso. Las dudas que existían sobre la continuidad de Manuel Cruz al frente del Senado, debido a las acusaciones de plagio que ha recibido, se despejaron ayer con la confirmación de que será sustituido por Pilar Llop, jueza especializada en violencia machista.

En cualquier caso, los miembros de la dirección del partido no esperan que Pedro Sánchez aproveche la reunión para explicar la marcha de las negociaciones. Tampoco se lo van a reclamar.