La Mesa del Congreso de los Diputados aprobó ayer el reparto de los escaños para la próxima legislatura. PSOE y Unidas Podemos usaron su mayoría en el órgano rector de la Cámara baja, donde ocupan cinco de los nueve puestos, para imponer el nuevo mapa del hemiciclo, sin acordarlo con los otros cuatro miembros, del PP y Ciudadanos.

Socialistas y morados decidieron que Vox ocupará lo que se conoce como el gallinero, al final del todo de la bancada central. Los de Pablo Casado y Albert Rivera compartirán el sector derecho y ambos dirigentes podrán sentarse en la primera fila que hay justo detrás de los ministros del Gobierno. Los líderes de Podemos y el PNV se colocarán también en la primera hilera pero en el sector central. Los diputados de ERC se ubicarán en esa franja también, detrás del PNV y justo delante de los Vox. En el gallinero, con el partido de ultraderecha, también estarán los parlamentarios del Grupo Mixto.

La nueva disposición disgustó a PP, Ciudadanos y, sobre todo, a Vox. Los dos primeros están estudiando si presentan recurso y los radicales ya anunciaron que lo harán por «dignidad» y «justicia». El partido de Santiago Abascal lamenta el «atropello»: fue la quinta fuerza en votos, tiene 24 escaños y está colocado mucho peor que los nacionalistas vascos, que sacaron seis, y los republicanos, con 15. Según la secretaria general del grupo ultra, Macarena Olona, el PSOE intenta «contentar a sus socios independentistas». La diputada del PP Ana Pastor, vicepresidenta tercera de la Mesa, lamentó que el reparto no se decidiera por «unanimidad». Inés Arrimadas, portavoz de Cs, apuntó a un ejemplo de «la maquinaria sanchista» y denunció la posición de los diputados del PNV, a los que cree que el PSOE premia «por su lealtad», dando a entender que los nacionalistas vascos apoyarán a Pedro Sánchez en la investidura.

Los socialistas ocuparán la bancada izquierda casi al completo, con solo cinco escaños en las dos últimas filas cedidos a diputados del Grupo Mixto.