El espíritu de Ermua se ha hecho ya invisible. Diez años después del atroz secuestro y asesinato del joven concejal del PP Miguel Angel Blanco, la unánime rebelión popular contra ETA se ha convertido en una quimera salvo para los vecinos de este pueblo vizcaíno. Porque lo cierto es que aun cuando cada partido político tiene su propia versión de las razones que han llevado al fracaso de lo que fue un ejemplo de unidad como nunca se había dado, los vecinos de Ermua siguen de pie ante la violencia.

PERSISTENCIA Su reivindicación se ha repetido cada mes de julio desde 1997, cuando el mundo conoció que había un pueblo llamado Ermua en el que ETA había secuestrado al miembro más joven de la corporación --tenía 29 años--, al que ocupaba el cuarto lugar en la lista del PP. Fueron cuatro días --entre el 10 y el 13-- para no olvidar. Las calles de la localidad de Ermua se convirtieron primero en un clamor por la vida de Miguel Angel Blanco, y más tarde en un atronador silencio contra su asesinato. Aquel movimiento fue bautizado como espíritu de Ermua.

DE LA UNIDAD A LA FRACTURA "Nosotros entendimos lo que pasó como una lucha de todo el pueblo por la paz y la convivencia. Aquí cada uno vota lo que quiere, pero no estamos dispuestos a tolerar la violencia", afirma Jesús, vecino y comerciante que dedica sus esfuerzos en hacer de Ermua un pueblo donde todos puedan convivir.

Pero en Euskadi sucedieron muchas cosas después del asesinato de Blanco. Así, por ejemplo, el Pacto de Ajuria Enea que reunía a todos los partidos menos la ilegalizada Batasuna quedó enterrado y un año después, en septiembre de 1998, se firmó el de Lizarra (nombre en euskera de Estella, el pueblo navarro donde se firmó el pacto).

Lo suscribieron los partidos nacionalistas, incluido Batasuna, e IU y fue la antesala de la tregua de la banda terrorista. Con las armas en silencio se desarrollaron las elecciones autonómicas de 1998 y se constituyó el primer Gobierno de Juan José Ibarretxe, integrado por PNV y EA en acuerdo con la izquierda aberzale.

Posteriormente, cuando ETA rompió la tregua, en diciembre de 1999, Ibarretxe hizo lo propio con Batasuna y se convocaron las elecciones en que el PP y el PSE hicieron causa común contra el nacionalismo con el llamado espíritu de Ermua como emblema. La fractura de la unidad estaba servida.

"Nosotros éramos ajenos a todo eso. Veíamos lo que pasaba en la política, pero aquí cada vez que había un atentado no hacía falta que nadie convocara una manifestación. Los vecinos nos tirábamos juntos a la calle", relata Jesús. Y era verdad. Las movilizaciones en Ermua ante un asesinato perpetrado por ETA eran mayores que las de Bilbao.

DEMANDA DE DISOLUCION Los vecinos de Ermua no han peleado por estar en la primera fila ni por aparecer en la foto. Ellos han luchado por mantener la convivencia en su pueblo Y, por eso, el pasado abril 14 de los 17 concejales del municipio (todos los partidos menos el PP) aceptaron una iniciativa popular solicitando al Foro Ermua que deje de utilizar el nombre del municipio. Lo hicieron por creer que ese Foro "criminaliza" el diálogo y la pluralidad que caracterizan a los vecinos de la localidad.

La nueva corporación surgida del 27-M tiene como alcalde a Carlos Totorika (PSE). El lloró hace 10 años con sus vecinos el asesinato de su compañero en el ayuntamiento y el martes volverá a estar con ellos en un aniversario que tiene por lema Hacia la libertad .