El PSOE cree que la época de los actos políticos en velódromos y plazas de toros se acerca a su fin. Lo importante, dijo ayer Pedro Sánchez, es "hacer una campaña de proximidad, donde podamos explicar nuestras propuestas". El líder socialista acababa de recorrer de arriba abajo un edificio del centro de Móstoles, localidad de unos 200.000 habitantes en el llamado "cinturón rojo" de Madrid, una zona humilde con un elevado número de simpatizantes socialistas, donde fue pulsando los timbres para pedir el voto a los vecinos. "Damos más importancia al puerta a puerta que a los mítines grandes", señalan en el comité de campaña. La imagen que se quiere proyectar es la de un candidato que busca el contacto "con la gente", que no está "aislado" como Mariano Rajoy ni volcado en los "platós de televisión" como Pablo Iglesias.

Un candidato que llama a una puerta y explica a una madre y su hija en el salón de su casa que él es un dirigente "que cumple", que está dispuesto, por ejemplo, a someterse a los dos años de legislatura a una moción de confianza para comprobar que sigue contando con el apoyo de la mayoría del Congreso.

"Me gustaría pediros que votéis al PSOE. Si el 26 de junio los socialistas de corazón salen a votar, será el último día de Rajoy", dijo Sánchez.

"Confía, confía", contestó la señora.

El equipo del candidato explicó poco antes que nada estaba programado, que las puertas habían sido escogidas al azar, una posibilidad que había ganado en credibilidad cuando cuatro familias no quisieron recibirlo. No porque estuvieran tan en contra del aspirante socialista como para negarle la entrada en su casa, sino porque no deseaban aparecer en los medios.

Pero hubo algo, una simple frase, que hizo que esta tesis perdiera fuerza. La mujer que había pedido a Sánchez confianza, sin llegar a comprometer su voto, mostraba una actitud poco relajada, como si estuviese evitando decir lo que de verdad pensaba. El candidato se dio cuenta.

"Te veo cortada", dijo Sánchez a la mujer.

"Es que... ¿sabes lo que pasa? Que llevo esperando toda la mañana y pensaba que no ibas a venir", explicó.

Abstenerse es morir

Justo antes, el líder del PSOE, que se volcará a lo largo de esta campaña en Madrid para revertir los malos resultados del pasado 20 de diciembre (quedó cuarto en la comunidad), había visitado una vivienda donde el socialismo de sus habitantes quedó más claro. Habían pasado solo 24 horas de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que profundizó en los peores temores del PSOE, al anticipar la victoria del PP y el sorpasso de Unidos Podemos en votos y escaños, y la posibilidad de un descalabro electoral estaba muy presente en ese hogar. Allí vivía un matrimonio: Ramón, jubilado, y Mercedes, que había ejercido varias veces en el pasado como interventora electoral del PSOE.

Ramón estaba preocupado. Al igual que Sánchez, teme que la desmovilización de los votantes tradicionalmente socialistas aboque al partido a la tercera posición.

"El que no vota es como si estuviera muerto", sentenció el hombre.

Los dirigentes del PSOE, todos a una por vez primera en los últimos meses, apelan estos días a esa capacidad de su electorado para revivir en el último momento, ante la posibilidad de un batacazo sin precedentes. "Que nadie tenga duda de que los socialistas somos muy duros de pelar. Vamos a salir a la calle a explicar cuáles son las soluciones que tenemos para los problemas que están atravesando los ciudadanos", dijo en Camas (Sevilla) la presidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz, que se esfuerza por exhibir sintonía con Sánchez tras las múltiples batallas que han librado en el pasado y quizá libren en el futuro inmediato, tras el 26-J. Díaz también aprovechó para retratar a Iglesias como un dirigente que "no es de fiar", algo que a su juicio prueban las sucesivas transformaciones del líder de Podemos: "Uno no se levanta una mañana comunista, al día siguiente de abajo o arriba y ahora parece que socialdemócrata".

Campo amigo

Sánchez, de forma inusual, no se detuvo ayer en las críticas a Iglesias. Jugaba en campo amigo. Si toda España fuera como el

número 27 de la avenida Simón Hernández, la finca en la que hizo el puerta a puerta, tendría la mayoría absoluta asegurada.

Aquí todos parecían socialistas, como el hombre de la tercera casa que visitó el candidato, que pidió "pelear" para "darle la vuelta a las encuestas", ya que "la derecha tiene siete millones de votos, aunque nos robe, aunque nos quite la cartera".

Finalizado el periplo vecinal, cuando bajaba las escaleras del edificio, que no tenía ascensor, le preguntaron al aspirante a la Moncloa: "¿Está más animado?"

"Yo siempre estoy animado. Ya veréis cómo nos va a ir mejor", contestó.