A falta de unidad independentista, creación de nuevos organismos con voluntad unitaria. La estrategia del president Quim Torra, siempre en plena coordinación con quien le designó, el expresident Carles Puigdemont, insiste en intentar un mínimo común denominador pese a que la realidad del Govern es la de una evidente cohabitación fría entre posconvergentes y republicanos. Mientras, el tercer actor, la CUP, y buena parte del soberanismo civil, en especial la ANC, mantienen un pulso interno para hacer efectiva una república que nunca ha sido tal. Así las cosas, ayer en Waterloo la cumbre pretendidamente secreta entre los diferentes actores del procés se transformó en un anuncio: la creación por fin, el próximo día 30, del embrión del Consejo de la República, que liderará Puigdemont y coordinará el exconseller de ERC Toni Comín, también desde Bélgica.

La reunión en Waterloo contó con la ausencia de los anticapitalistas, que una vez más denunciaron que este tipo de organismos, como el Consejo, son meramente «simbólicos» si no van acompañados de la ruptura. En coherencia con esta crítica, los anticapitalistas declinan participar en el Consejo y tampoco en el Fórum Cívico Social y Constituyente, cuyo embrión presentará este martes Torra. Por cierto, que hablando de ruptura, la diputada cupaire Natàlia Sànchez, advirtió en el diario Ara: «Se ha de desobedecer cuando sea útil».

La pretendida cumbre discreta también llegó precedida de los nuevos avisos del PDECat de distanciamiento respecto a otra plataforma en ciernes: la Convocatoria Nacional por la República, liderada también por Puigdemont.

En todo caso, la número dos del PDECat, Míriam Nogueras, sí estuvo en Waterloo. Y también representantes de ERC, como Sergi Sabrià, de la Asociación de Municipios por la Independencia y la Asociación Catalana de Municipios, así como la consejera Elsa Artadi y otros afines a Puigdemont, como Albert Batet, de Junts per Catalunya. Òmnium y la ANC acudieron pero sin sus máximos dirigentes.

Fuentes conocedoras del encuentro subrayaron que transcurrió en un clima positivo y que se acordó por consenso presentar el embrión del Consejo de la República el próximo día 30 en el Palau de la Generalitat. Ahora les tocará a Torra y al vicepresidente y dirigente de ERC, Pere Aragonès, trenzar la concreción de un organismo que figura en el pacto de legislatura pero que no va a tener financiación pública.

Un organismo que no solo servirá para internacionalizar el procés, pero cuyo alcance es visto en Esquerra con cierto recelo. En ningún caso los republicanos quieren que se convierta en un Govern paralelo. Pero Puigdemont insistió ayer tras la cita de Waterloo en la existencia de un Govern ilegítimamente destituido. Y es que en el entorno del expresident se sigue hablando del «Govern legítimo» para refirirse al que presidía Puigdemont.

«HACER EFECTIVA LA REPÚBLICA» / Los más optimistas, con todo, dicen ver en la reunión de Waterloo una cierta recuperación del espíritu de ilusión. Una ilusión de la que va necesitado el soberanismo. Toni Comín, a la salida del encuentro, en un hotel de Waterloo, aseguró que el Consejo es necesario «para desplegar la república» y que, en caso contrario, si solo se basara la legislatura en las instituciones de la Generalitat y la movilización social, no habría «equilibrio».

Torra, también voluntarista, prefirió apelar a la CUP: «No me cansaré de repetir que hay que tener un proyecto de toda la mayoría independentista, en el que siempre incluyo a los compañeros y compañeras de la CUP. Espero que de aquí al 30 de octubre se convenzan de la necesidad de participar, porque para nosotros el Consejo de la República es una pieza clave».

Otra pieza clave es el Fórum Cívico Social y Constituyente, cuyo consejo asesor presentará hoy el president. Otro organismo que el Govern había anunciado y que pretende ser un embrión de una futura constitución catalana. Organismo del que la CUP se ha desmarcado calificándolo de simple «pintura».