Recién llegado a Barcelona tras asistir a un foro en Mónaco, Jordi Pujol entró ayer en la polémica con una declaración institucional extremadamente dura con su sucesor al frente de la Generalitat, Pasqual Maragall. La polémica del 3% --porcentaje que no pronunció-- "es de extrema gravedad, porque provoca una ruptura profunda del país".

"El incidente es de una extrema gravedad, por la persona que lo ha provocado y por el lugar donde lo ha provocado, es decir, el Parlamento", dijo Pujol. Sostuvo que Cataluña es un país que "necesita el máximo de cohesión", y en esa labor --añadió-- el concurso del presidente de la Generalitat es vital. "Requiere una forma de hacer serena, y evitar que el debate se lleve a extremos sectarios y peligrosos".

CiU NO TIENE MIEDO Pujol abordó el fondo de la denuncia formulada por Maragall. Así, sobre el propósito del tripartito de que la comisión del caso Carmel analice la contratación de la obra pública por parte de la Generalitat, entre los años 1999 y 2005, avisó: "Esto no da miedo a CiU, ni a mí mismo, máximo responsable de la obra realizada durante esos años. "Lo que hará daño, mucho daño, es todo el estrépito que la actuación del president ha desencadenado", insistió.

Por su parte, el actual líder de CiU, Artur Mas, redobló su enojo con Maragall y le negó cualquier diálogo fuera del Parlamento. Mas mantuvo su exigencia de una rectificación pública de las acusaciones de corrupción formuladas el pasado jueves, pero, además, advirtió a Maragall de que no se moleste en convocar ninguna cumbre entre partidos para resolver la crisis o salvaguardar la redacción del nuevo Estatuto. "CiU no asistirá", avisó.

Desde el PP, Josep Piqué reclamó a Maragall la convocatoria de un pleno urgente para dar explicaciones, y reiteró que el presidente debería dimitir y convocar elecciones porque la legislatura "no da más de sí".