Las reformas de los estatutos autonómicos están provocando todo tipo de reacciones. Ayer dominaron las contrarias. El expresidente catalán Jordi Pujol se mostró como el más escéptico de los convergentes sobre el futuro del Estatuto para su comunidad al tiempo que el líder del PP catalán, Josep Piqué, aplaudía las críticas del presidente de la comisión constitucional del Congreso, el socialista Alfonso Guerra, al borrador del Tratado que se está elaborando en Cataluña. Paralelamente, el expresidente del Tribunal Constitucional Manuel Jiménez de Parga advirtió de que el proyecto de Estatuto de la Comunidad Valenciana "es inconstitucional" por mucho que "esté bendecido por el PP y el PSOE de Valencia".

"Tenemos que procurar que haya Estatuto, pero que sea bueno, y no es seguro que lo vaya a ser", afirmó Pujol. Discrepó de capítulos concretos del texto redactado en el Parlamento catalán, pero sobre todo transmitió un cierto pesimismo porque --argumentó-- el proyecto llega en un momento en el que España no está a punto para comprenderlo y asumirlo.

Por su parte, Josep Piqué celebró que Guerra cuestionara que el Estatuto catalán pueda prosperar en las Cortes porque su contenido "viola" la Constitución. El presidente del PPC, tras intervenir en el campus de la Fundación de Análisis y Estudios Sociológicos (FAES), en Navacerrada (Madrid), sostuvo que el socialista Guerra identifica "con claridad" los problemas constitucionales del proyecto catalán, y comparte sus críticas.

En la clausura del seminario de la FAES sobre Nación, Estado y Constitución , Jiménez de Parga criticó que el texto del recién aprobado Estatuto valenciano pretenda hacer del Tribunal Superior de Justicia de la comunidad autónoma un tribunal supremo al convertirlo en última instancia en judicial, así como que incluya una tabla de derechos y deberes porque ésta se solapa a los recogidos en la Constitución.