Que el liderazgo de Mariano Rajoy ha quedado tocado tras el pulso con Francisco Camps es un hecho. Pero igualmente daban por cierto que el PP valenciano ha quedado herido en este duelo. Por el momento, el presidente de la Generalitat ha tenido que tragar con que José Joaquín Ripoll, uno de los zaplanistas más activos en su comunidad y presidente provincial del PP de Alicante, le saque los colores por su gestión de la crisis. "El PP de Valencia no está afrontando los problemas con determinación y se está dando un ejemplo erróneo de comunicación que hay que corregir cuanto antes", recalcó Ripoll.

LOS PROBLEMAS CRECEN Ripoll se quejó ayer de la polémica y ambigua decisión que tomaron Camps y Costa el pasado martes (no dimitir ni pedir el cese a cambio de solicitar una investigación en Madrid) y reclamó que, cuando surjan este tipo de asuntos, haya "unidad activa".

Ripoll, que admite que su partido tiene "un problema" con el caso Gürtel y que será "más grande" cuanto más tarde en resolverse, ha sido uno de los que han afeado públicamente a Camps que no dejara hablar a nadie en el comité ejecutivo del martes, cuando se negó a aceptar las directrices de Rajoy para echar a Costa y retó al líder del PP a que lo hiciera él mismo. "Nos pidieron que no habláramos y aplaudiéramos mucho", dijo el líder del PP de Alicante.

En la mañana de ayer, el presidente de la Generalitat reunió a su grupo parlamentario para confirmarles que Costa, por exigencia de Madrid, dejaba el partido y la portavocía. Costa lloraba desconsolado. Después, intentó fingir que no sucedía nada. "Tal y como acordamos el martes, seguimos trabajando por todos los valencianos. El PP ha tomado las decisiones en relación con lo que se propuso y se aceptó por unanimidad", dijo.

Evidentemente, Camps volvió a dar una versión poco real, ya que el PPCV nunca propuso que Costa se fuera, ni él sometió a votación el pacto que había alcanzado con su número dos.

FABRA DISCUTE EL CESE Mientras, el presidente del PP de Castellón, Carlos Fabra, según confesó ayer, no comparte "en absoluto" la decisión de Rajoy en torno a Costa y, por tanto, tampoco puede bendecir que Camps haya cedido a las amenazas que, desde Madrid, lanzó la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Nadie parece estar contento con el final de este vodevil. Hasta Rita Barberá, alcaldesa de Valencia y fiel escudera de Camps, admite sus dudas sobre la imagen que ha dado, en estos días, el PP valenciano.