«A distancia, a distancia, quédense por aquí y a distancia. Si intervienen nos apartamos todos y no se ven mossos por ningún sitio». Esta fue una consigna lanzada por un mando de los Mossos d’Esquadra a sus subordinados cuando la Policía Nacional se preparaba para intervenir en uno de los centros de votación durante la jornada del referéndum del 1-O.

Así consta en un informe remitido por el instituto armado al juzgado de la Audiencia Nacional que investiga la supuesta pasividad de la policía autonómica y este, a su vez, lo ha reenviado al magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que instruye la causa por presunta rebelión contra el destituido Gobierno catalán. Los investigadores sostienen que la jefatura de la policía autonómica quería dejar claro que las actuaciones de la Policía Nacional y la Guardia Civil eran responsabilidad de estos cuerpos y que los Mossos debían quedarse al margen de las cargas policiales.

El informe, al que ha tenido acceso este diario, analiza las comunicaciones internas que realizaron las patrullas de los Mossos con las centrales de cada área. Los avisos sobre los movimientos de la Guardia Civil y Policía Nacional durante el 1-O empezaron a primera hora de la mañana. Entre las 9.15 y las 9.20 horas, por ejemplo, agentes de la policía autonómica ya informaban a sus jefes de la actuación de la Guardia Civil en el polideportivo de Sant Julià de Ramis, lugar donde tenía previsto inicialmente votar el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. De forma paralela, otras dotaciones comunicaban actuaciones de la Policía Nacional en Gerona. Es en una de ellas donde se le indica a un agente que se aparte y no participe.

Los mensajes internos de los Mossos también desvelan que uno de sus objetivos era controlar los movimientos de los efectivos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. No solo el 1-0, sino también el día anterior: «Para todos los indicativos de la Conferencia, nos comunican que os digamos que, si en el trayecto de esta noche encontráis un gran número de dotaciones de la Policía Nacional o la Guardia Civil, por favor, comuníquenlo a la sala».

Las patrullas de la policía autonómica también controlaron los acuartelamientos del instituto armado, a los que denominan «banderín».

Seguimientos policiales

Otros avisos eran mucho más concisos: «Que salen 23 furgonetas, gran cantidad de vehículos de paisano y la gente… encapuchada». La sala de mandos lo da por recibido y pregunta a la patrulla de los Mossos, apostada en las inmediaciones, en qué dirección va el convoy. Pero la información ofrecida va más allá, ya que hay agentes de la policía autonómica que llegan a pasar matrículas, marca, modelo y color de lo que sospechan que son vehículos camuflados de la Guardia Civil y Policía Nacional.

Otras unidades de los Mossos se dedican a vigilar y seguir a los efectivos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, hasta tal punto que a una de ellas se le ordena que fotografíen el vehículo camuflado. Los mensajes sobre seguimientos y controles de los Mossos al resto de las fuerzas de seguridad del Estado son constantes.

A primera hora de la mañana del 1-O, los mossos desplegados por distintos centros designados como colegios electorales, además, comenzaron a comunicar a sus centrales que había locales que se encontraban abiertos y, a partir de las ocho de la mañana, que en algunos de ellos se estaba votando. Algunas patrullas detallan que observan en el interior la presencia de urnas y papeletas.