Horas después de convocar para el lunes el pleno de investidura de Jordi Sànchez, Roger Torrent se adentró en territorio hostil. El presidente del Parlament cruzó las puertas del Círculo Ecuestre a sabiendas de que jugaba en campo contrario y aguantó con aplomo reproches de empresarios alemanes como «yo voto porque todos ustedes vayan a prisión».

«Hoy está en terreno crítico», le advirtió Albert Peters, presidente del Círculo de Directivos de Habla Alemana, al principio del acto con empresarios alemanes, por si tenía dudas de que un independentista de izquierdas suscitaba en el Círculo Ecuestre las mismas simpatías ideológicas que Albert Rivera en la asamblea de la CUP. «Está bien la crítica, los territorios críticos son saludables, te obligan a mejorar tus argumentos y a escuchar. Yo he escuchado sus palabras y no me he levantado de la silla ni me he ido de la sala», respondió Torrent, recordando lo ocurrido en su intervención en el Colegio de Abogados de Barcelona, donde una treintena de jueces, abogados y fiscales se marcharon cuando él mencionó a los «presos políticos».

Peters se había referido antes a esa intervención, señalando que si Torrent podía hablar de «presos políticos», él le podría hablar de otras «víctimas», las «familias de trabajadores afectados por la huida de 3.000 empresas». El anfitrión del acto le afeó también su negativa a saludar al Rey en el Mobile, ensalzando el papel de la Casa Real en el 23-F y despertando aplausos entre los asistentes que llenaban la sala.

Pero la intervención de Peters fue de guante blanco comparada con las preguntas de algunos de los asistentes. «He escuchado las opiniones de todos, incluso las de los que quieren que vaya a prisión», comentó Torrent, intentando mantener su tono pausado. Al ser interrogado por qué proponía a un preso como candidato, recordó que Sànchez no había sido juzgado ni condenado por nadie y que no hubo objeción alguna para que fuera en las listas de JxCat el 21-D cuando ya estaba en Soto del Real. Aprovechando que estaba ante empresarios alemanes, tiró de filosofía hegeliana para decir que de la tesis y la antítesis se logrará una síntesis para un «Govern efectivo, sin abandonar reivindicaciones».

Así, por ejemplo, recordó a una audiencia poco afín que había muchos catalanes «heridos física o moralmente por la actitud de determinadas instituciones que no han hecho de árbitro».

Una de las asistentes le reclamó que dejara de llevar el lazo amarillo, «que nos ofende y nos insulta». «Si me quitara ese lazo seguiría teniendo las mismas convicciones políticas», le respondió el republicano, que mantuvo el temple pese a la animadversión de buena parte de la platea. Varios asistentes aplaudieron al empresario que reclamó la prisión de Torrent tras señalar que los partidos independentistas llevan «30 años mintiendo».

El moderador señaló que la opinión del veterano miembro del círculo de empresarios alemanes que pedía la cárcel para Torrent no representaba a la entidad. «No aprobamos esa frase porque buscamos el diálogo», comentó Peters al final del tenso encuentro, destacando el aplomo con el que Torrent había gestionado la situación. El portavoz de los empresarios alemanes emplazó también a la Moncloa a dar una respuesta política a la situación catalana. Y lanzó una advertencia: «Si nos tocan las narices violando la Constitución, nos vamos».