José Luis Rodríguez Zapatero inició ayer la primera visita institucional de un presidente español a Melilla y Ceuta en 25 años con un mensaje netamente económico, eludiendo cualquier reafirmación soberanista sobre las dos plazas norteafricanas. Pese a esas cautelas, el Gobierno marroquí expresó ayer su contrariedad con el viaje, que calificó de "inoportuno", y recordó la vigencia de su reivindicación sobre ambas ciudades. El Ministerio de Exteriores español replicó que la visita es un asunto "interno", por el que no debe responder a "otros países", mientras que un portavoz del Ejecutivo señaló que el viaje obedece a un "compromiso" del presidente.

Las turbulencias se desataron después de que Zapatero pusiera el pie en Melilla, primera escala de su visita, que concluye hoy en Ceuta. Tras haber mantenido en los últimos días un discreto silencio, el Gobierno marroquí, a través de su portavoz, Nabil Banabdelá, reprobó el viaje del presidente español y afirmó: "Rabat reivindica la marroquinidad de los dos presidios y, dado que las posturas son sabidas, sólo podemos deplorar esta visita". La terminología marroquí siempre se refiere a Ceuta y Melilla como "presidios ocupados" o "ciudades marroquís ocupadas".

Los dos principales partidos marroquís, la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) y el Istiqlal (PI), también han criticado la visita a través de sus órganos de expresión. El diario socialista Libération publicó ayer en portada un editorial acusando a Zapatero de visitar Ceuta y Melilla por "las presiones de la derecha española". Según el diario, la visita perturbará la "buena marcha" de unas relaciones que en los últimos tiempos han experimentado un "desarrollo sin precedentes".

En Melilla, Zapatero anunció la construcción de un segundo hospital en la ciudad, de una desaladora que permita el suministro de agua las 24 horas del día y de varios centros escolares.

"VECINOS" También habló de los problemas de inmigración y requirió la colaboración tanto de la UE como de los "países vecinos", en referencia a Marruecos y Argelia, para luchar contra la inmigración clandestina, que dejó el pasado año más de 12.000 intentos de entrada a Melilla a través de la doble valla.

El presidente fue recibido en Melilla en loor de multitudes, que no cesaron de corear su nombre, entre ellos muchas mujeres musulmanas ataviadas con la tradicional chilaba.

Zapatero mantuvo un encuentro con el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda (PP), quien le mostró su preocupación por la pérdida de fondos europeos tras la ampliación de la UE y por la posibilidad de que la ciudad se vea "perjudicada" por los efectos que podría tener en el marco financiero nacional el Estatuto catalán.

La agenda del presidente incluyó una visita al Centro de Día de Jubilados y Pensionistas. Los presentes le relataron sus penurias. La visita fue aprovechada por numerosos inmigrantes para reclamar "papeles".