O el PP o el caos. Pero ¿qué significa caos? Mariano Rajoy lo explicó ayer ante sus simpatizantes, en Murcia: el caos son Manuela Carmena y Ada Colau, y si los electores cometen el "error" de apoyar a Pablo Iglesias el país entero sufrirá las consecuencias de una pésima gestión de políticos inexpertos que alejará toda posibilidad de crecimiento y progreso económico. Ese mal, asegura, lo padecen los ciudadanos en Madrid y Barcelona desde mayo del 2015.

"En Madrid y Barcelona se están paralizando inversiones, se está ahuyentando a gente que quiere poner recursos", aseguró ante los suyos, y acusó a Manuela Carmena y Ada Colau de favorecer intereses partidistas y promover el frentismo. "En Madrid y en Barcelona se está haciendo daño a muchos españoles por razones ideológicas y prejuicios superados por la historia, y eso no lo podemos querer los españoles para el resto de nuestro país", apeló, en un acto en el que mostró su "apoyo total y absoluto" al presidente murciano, Pedro Antonio Sánchez, a quien se investiga por una presunta vinculación con la trama Púnica.

Ajeno a los escándalos de corrupción en sus propias filas, el candidato popular articuló su discurso en un ataque sin paliativos a Iglesias. Dijo de él que es un "radical", un "extremista", que ni siquiera ha sido "concejal de su pueblo", que carece de experiencia, que tal vez sea un "antisistema", un "charlatán" y que está dispuesto a implementar en España un "gobierno a la griega que sería un enorme error ".

"¿Puede alguien ser presidente del Gobierno sin haber pisado la Administración Pública ni haber sido concejal? No", planteó, para desgranar los riesgos que corre el país si los morados lograsen llegar a la Moncloa. "Salir del agujero ha sido difícil, pero lo malo no está tan lejos y lo bueno no es tan sólido", advirtió enarbolando el discurso del miedo y reclamando una legislatura más al frente del Gobierno que le permita terminar su proyecto.

Resultó especialmente llamativo su ninguneo a dos adversarios que parece considerar fuera de la batalla de las urnas, Pedro Sánchez y Albert Rivera, a quienes ni mencionó. Tanto fue así que dedicó su intervención casi por completo a agitar la bandera del miedo contra Pablo Iglesias.