Menos de 24 horas después de su encuentro con José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy endureció ayer sus críticas al Ejecutivo por los planes para reformar la Constitución, los estatutos y la financiación autonómica. El líder del PP dijo sentirse "un poco decepcionado" de la reunión con el presidente y lanzó una advertencia de tintes apocalípticos: "Si el Gobierno no tiene claro lo que quiere conseguir, puede estar en peligro un Estado viable".

Rajoy manifestó que Zapatero comete una "grave irresponsabilidad" al abrir la puerta a cambios institucionales de gran trascendencia sin definir antes su alcance y su procedimiento. En ese sentido, se mostró decepcionado de su reunión con el presidente: "Constaté lo que ya suponía: que me iba a ir sin nada, que no se sabe lo que se quiere hacer".

EL HECHO DIFERENCIAL La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, reclamó "respeto" para los hechos diferenciales, porque ellos, dijo, no significan "asimetría". Dijo que el Gobierno garantizará que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos "habiten donde habiten", pero añadió que "lo importante" es que los territorios funcionen "acorde con sus diferencias".

La polémica subió de tono a tres días del inicio de la campaña para las europeas. Rajoy afirmó que el resultado de estas elecciones no afectará a su liderazgo y el cabeza de lista del PP, Jaime Mayor Oreja, abogó por incluir una referencia al cristianismo en la Constitución europea.

Invitó al PSOE a tomar la boda del príncipe Felipe y Letizia como "ejemplo" de la "naturalidad con la que se expresa la sociedad española de acuerdo a los valores cristianos".

El PP gastará 10,5 millones de euros en la campaña, en la que Rajoy participará en nueve actos, y José María Aznar, en ninguno. Uno de los avisos publicitarios dirá: "El próximo 13 vota PP. Pásalo", inspirado en los mensajes SMS contra el PP de la víspera del 14-M.