Mariano Rajoy aprovechó ayer la sesión de control del Gobierno para arremeter contra la política exterior de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del PP recordó el apretón de manos que se dieron en la cumbre transatlántica de Bruselas el mandatario español y el presidente norteamericano, George Bush, y aseguró que la actitud del Gobierno "está convirtiéndonos en el hazmerreír en política internacional".

El líder del PP dijo que "cuando se piensa en la foto, en la propaganda y en el interés propio, cuando no se es serio, se está en la anécdota y no se piensa en el interés general, pues se recoge la gloriosa frase del ´Hola, ¿qué tal, amigo?´, quintaesencia de su política exterior".

El presidente del Gobierno le replicó, con ironía, que "en sus cuatro últimos años de Gobierno siempre estuvieron pendientes de lo que hiciera Bush" y, ahora que están en la oposición, "también están pendientes".

RESULTADO DEL REFERENDO Zapatero se mostró, ayer en el Congreso, satisfecho del resultado del referendo del 20-F y calificó de "buen síntoma para Europa" el 76,73% de votos positivos.

Durante la sesión de control, el presidente respondió al líder del PP y al líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, que cree que el rotundo de los ciudadanos a la Constitución europea parece haber dejado "a todos contentos", incluidos los que consideran que el Ejecutivo ha fracasado (en referencia al PP) y a los que pedían el no (como IU).

El presidente del Gobierno, que consideró "razonable" la afluencia de los españoles a las urnas --un 42,32%--, advirtió a Rajoy y a Llamazares de que la experiencia dice que hay que comparar procesos electorales de iguales características, y recordó, además, que ésta ha sido la primera vez que España vota un Tratado de la Unión Europea.

El dirigente de IU exigió que se regeneren los mecanismos de las campañas electorales.

Por otra parte, el presidente del Gobierno ratificó su compromiso de "dar luz verde y apoyar" el nuevo Estatuto para Cataluña que apruebe el Parlamento catalán, pero a la vez dio largas a la reclamada mejora de la financiación autonómica con el argumento de que requiere más "tiempo de diálogo".