El presidente del PP sacó ayer su lado más irónico para acusar al Gobierno de resucitar el fantasma de la corrupción, "desaparecida desde 1996". Su táctica fue hacerlo "con preguntas y no con afirmaciones" con el fin de ahorrarse las acusaciones de crispación. Y presumiendo del tono "moderado" que dice que le caracteriza y "sin ánimo de molestar", el líder del PP anunció que preguntará en el Congreso sobre el supuesto cobro de comisiones por parte del PSOE en Ibiza.

El conservador dijo hasta seis veces que su intención era ocuparse de "las cosas que importan", por lo que cargó contra la ley de la memoria histórica, la Alianza de Civilizaciones, la reforma del bachillerato, las "artimañas" de Batasuna para presentarse a las elecciones municipales y una política exterior "que mira a Cuba o a Venezuela", entre otras materias.

Como el PP "cada vez es más alternativa", dedicó tres minutos de su discurso a hablar "de lo que realmente interesa". Y en ese apartado incluyó bajar los impuestos; subir las pensiones; apoyar a pymes y autónomos; mejorar la economía, la educación y la seguridad; regular la inmigración y fomentar las nuevas tecnologías.