El secretario general del PP, Mariano Rajoy, defendió ayer al presidente de la Xunta, Manuel Fraga, como "un buen candidato para los gallegos, y yo soy gallego". Lo hizo en el transcurso de un encuentro que ambos mantuvieron en la casa de veraneo del veterano dirigente gallego en la localidad coruñesa de Perbes, el mismo chalet donde, en 1989, se decidió que José María Aznar sería el líder del PP.

Rajoy recordó ayer que Fraga "ha ganado cuatro veces las elecciones y ha obtenido cuatro veces el respaldo mayoritario de los ciudadanos de Galicia". Interpelado sobre la cuestión, el presidente gallego dijo estar en plena forma para concurrir al que sería, de ganar en las urnas, su quinto mandato consecutivo: "Me encuentro con fuerzas para defender a Galicia y a España toda mi vida, esté donde esté". Con todo, Fraga matizó que aún "no ha llegado el momento" de definirse (las elecciones están previstas para el 2005).

SUSTITUTO ESQUIVO No es la primera vez que Fraga, de 82 años, deja caer la posibilidad de presentarse de nuevo. Esa opción sonaba con insistencia en los pasillos del palacio de San Caetano después de que el secretario de los populares gallegos, Xesús Palmou, admitiese a principios de agosto la dificultad de "encontrar sustituto para Fraga".

El partido no da en Galicia con un delfín adecuado que garantice la cohesión interna y, al mismo tiempo, dé garantías para renovar la mayoría absoluta con la que el PP gobierna Galicia desde hace 15 años. Las opciones de Rajoy o de Jaime Mayor Oreja, ya descartadas, hubieran garantizado una victoria en las urnas, circunstancia que habría abortado cualquier movimiento interno en contra de esa decisión.

En realidad, son las corrientes internas del partido las que constituyen el gran obstáculo para elegir sustituto a Fraga. El exconsejero de Política Territorial José Cuiña fue considerado durante muchos años como delfín de Fraga hasta que sus turbios negocios familiares despertaron ciertos recelos del sector más elitista de los populares gallegos, comandado por Rajoy. Las tensiones fueron especialmente fuertes durante la crisis del Prestige , momento en el que comenzó el declive de Cuiña, que culminó cuando saltaron a la luz unos oscuros negocios con los que supuestamente una de las empresas en las que tenía participación se benefició de la catástrofe del petrolero.

Palmou, secretario de los populares gallegos, podría ser otro buen candidato, pero los cuiñistas le culpan de la caída de su líder y no permitirán que se presente. Otras opciones, como la de la exministra de Sanidad Ana Pastor, no convencen a las corrientes galleguistas, algo parecido a lo que ocurre con otro posible candidato, Alberto Núñez Feijoo, consejero de Política Territorial. La primera se muestra más apegada a Madrid que a Santiago y el segundo no tiene suficiente tirón electoral.