Salvo que el discurso que pronuncie hoy Mariano Rajoy esconda alguna sorpresa, la convención nacional de Sevilla pasará a la historia particular de los conservadores como el cónclave en el que el líder popular abrió, tras un largo distanciamiento, otra vez la puerta del partido a José María Aznar y se fundió con él en un fotografiado abrazo de reconciliación.

Atrás quedaron las quejas ante la renovación del PP de las que Aznar dejó constancia en el polémico congreso de Valencia, en verano del 2008, tras la derrota electoral. Estos son otros tiempos: malos tiempos para un PSOE arrinconado por la crisis y propicios para un PP que promete otro "milagro económico" en España y arrasa, al menos de momento, en los sondeos. Y esos sondeos, según insinuó ayer el propio Rajoy, son claves para entender la cohesión que ahora exhibe su formación.

"Cuando te va bien, surgen los amigos por doquier. Cuando te va mal, como decía Pío Cabanillas padre, el teléfono no te suena nunca y cuando te va regular, algunos dicen ´vamos a estar aquí, por si acaso´", apuntó en un coloquio que mantuvo con los más jóvenes de su partido. No obstante, Rajoy quiso poner el acento en la unidad que reina actualmente en sus filas.

EXPECTATIVA "El camino hasta aquí no ha sido fácil, pero está encauzado y tenemos unos objetivos claros. El PP está ya absolutamente unido. Todos estamos tirando en la misma dirección", enfatizó el jefe de los conservadores, visiblemente satisfecho.

El presidente valenciano, Francisco Camps --que participó en un foro sobre sanidad de la convención--, aprovechó la ocasión para recordar de manera más o menos directa que él fue uno de los barones que, en las semanas previas al congreso de Valencia, fue leal y respaldó a Rajoy. "Esta es la convención de todos los militantes del PP que nunca perdimos el ánimo y que sabíamos que este partido iba a recuperar el gobierno de España por el bien de la nación", recalcó.

No es la primera vez ni mucho menos que Camps saca a colación que él, junto a Javier Arenas, propiciaron que un cuestionado Rajoy pudiera seguir llevando las riendas del PP tras perder las últimas generales. Pero que se atreviera a repetirlo ayer en Sevilla cobra especial relevancia, puesto que el valenciano está pendiente de una inminente decisión del juez José Flors, que lleva el caso de los trajes, y que en unos días hará público si sienta o no en el banquillo de los acusados a Camps.

Además del valenciano, también fueron protagonistas del macroacto del PP el resto de barones territoriales, que defendieron el autonomismo con fervor en pleno debate sobre la reforma del modelo de Estado. Todos coincidieron en presentarse, junto a Rajoy, como los salvadores de la nación española.