El líder de la oposición, Mariano Rajoy, sorprendió ayer dando alguna pista sobre la reforma laboral que, en tiempos de crisis, impulsaría un Gobierno presidido por los populares: apostó por dar luz verde a un nuevo contrato cuya indemnización por despedido vaya creciendo en virtud del tiempo trabajado. "Se podría empezar hablando de una indemnización de tanto para un año, e ir creciendo hasta llegar a los 33 días a los 4, 5 ó 6 años trabajados", apuntó ayer, en declaraciones a TVE. En realidad, Rajoy no especificó que los 33 días por año trabajado sea su propuesta límite y desde su entorno se insistió en que el presidente de los conservadores únicamente hizo suya una reflexión que, el pasado abril, ya hizo pública el grupo de los cien, en alusión al centenar de economistas españoles que elaboraron y presentaron ante la sociedad un paquete de medidas en el área laboral.

El caso es que Rajoy hizo hincapié en que, dadas las abultadas cifras de desempleo, cree necesario "terminar con la dualidad" en la contratación y fomentar, a través de una fórmula que vincule la indemnización por despido a los años trabajados en una empresa, la contratación indefinida. "Así, el trabajador se involucraría con su empresa, porque querría estar más tiempo trabajando allí", agregó.

Rajoy se mostró, además, partidario de terminar con el "monopolio" del INEM en el ámbito de la intermediación laboral y de hacer "mucho más flexible" la negociación colectiva. De hecho, admitió que él hubiera congelado el sueldo a los funcionarios y, en materia fiscal, hubiera evitado subir los impuestos, favoreciendo bajadas selectivas para favorecer, principalmente, a las pymes.

En lo que concierne a las pensiones y al posible incremento de la vida laboral hasta los 67 años, el líder popular se preguntó por qué Zapatero ha lanzado esta propuesta a los ciudadanos cual "bofetada" cuando, a su juicio, no era urgente. Lo prioritario, según Rajoy, es reducir el déficit y la deuda pública, así como acometer una contundente reestructuración del sistema financiero español, "por más que resulte duro y antipático".

CONSPIRACIONES Algo menos serio se mostró el presidente conservador cuando se le preguntó si, tal y como planteó el ministro José Blanco, considera que existe una "conspiración" contra España por parte de los especuladores internacionales. "Dice Blanco que hay una conspiración, no sé si judeo-masónica, contra Zapatero y la economía española, lo cual es algo notable, imprudente y de poco rigor. En cualquier caso, celebro que lo haya corregido el secretario de Estado de Economía", dijo, refiriéndose a José Manuel Campa, que ha rechazado la tesis de la conspiración y se está encargando, junto con la vicepresidenta Elena Salgado, de explicar en foros internacionales su proyecto a fin de recuperar la confianza de los mercados.

Rajoy negó que vaya a presentar una moción de censura a Zapatero, pero no por falta de ganas, reconoció, sino por la imposibilidad de sacarla adelante.