Mariano Rajoy se mostró ayer tan dispuesto al diálogo como reacio a abordar cualquier reforma del marco legal que vaya más allá de la adaptación de la Constitución a la Carta Magna europea. Durante su intervención en la 250 edición del foro de debate Tribuna Barcelona, el líder del PP expresó su convicción de que José Luis Rodríguez Zapatero está alargando el debate sobre la cuestión para ganar tiempo y no tener que abordar un proceso que no sabe cómo cerrar. "Si puede, y le dejan, no hará nada", opinó.

Introducido por el presidente de Repsol, Antonio Brufau, --quien dijo de él que "tiene mucho que ver con los aciertos de José María Aznar"--, Rajoy pronunció una conferencia titulada España: pluralidad y coherencia ante una nutrida representación del PP local. De entrada, dejó claro que para él sólo hay una nación, España, y un modelo territorial, el autonómico. Defendió esta tesis aduciendo que así lo acordaron los redactores de la Constitución en 1978, que, a su juicio, resolvieron "el difícil tema territorial" articulando 17 comunidades autónomas.

FALTAR AL BUEN TALANTE Rajoy, que había preparado la conferencia con el presidente del PP catalán, Josep Piqué, para que su discurso no chirriara con el del exministro, opinó que Zapatero no debía reabrir el debate sobre la reforma del marco legal sin saber antes si será capaz de cerrarlo con éxito. A su juicio, el presidente del Gobierno no tiene una idea clara sobre cómo afrontar el proceso. "No creo que decir esto sea faltar al buen talante", ironizó.

LAS REGLAS DEL JUEGO En opinión de Rajoy, Zapatero tampoco está por la labor de cambiar la Constitución y los estatutos pero, a diferencia de Felipe González y José María Aznar cuando gobernaron en minoría con el apoyo de CiU, ha asumido el poder sin haber pactado antes un programa con sus aliados.

"Hay que fijar las reglas del juego, si no, cada día hay un pequeño lío", sentenció en referencia al reciente conflicto del valenciano y el catalán, que provocó una reunión entre Zapatero y el líder de Esquerra, Josep Lluís Carod-Rovira, en la que el dirigente independentista amenazó con no aprobar los presupuestos del 2005. Rajoy advirtió de que estas situaciones "generan desconfianza" en la población y también en los agentes económicos.

Aunque el dirigente conservador insistió en que su partido está dispuesto a "escuchar, hablar y aportar sentido común", opinó que no vale la pena "montar un lío" si no hay "una necesidad imperiosa" que obligue a cambiar la Constitución y el Estatuto catalán.

La misma filosofía aplicó en lo referente a la financiación autonómica. El líder del PP recordó que el acuerdo alcanzado en el 2001 contó con el apoyo de todas las comunidades. "Todos acordaron un modelo para siempre, para toda la vida", reiteró. No obstante, se mostró dispuesto a negociar un nuevo sistema que "sirva para todos".