Mariano Rajoy rompió ayer su silencio para enviar un mensaje conciliador a Esperanza Aguirre. "Me gustaría contar con Aguirre, si ella quiere", aseguró, en un claro intento de pacificar la pugna interna en el PP. Una batalla que el propio Rajoy definió como "un poco de bollo lógico antes de un congreso". Con sorna pero midiendo las palabras, el líder popular recogió el órdago lanzado el día anterior por el entorno de la presidenta de Madrid, cuando le reclamó que no se excluya a Aguirre en el diseño del nuevo PP y le exigió que participe en las grandes decisiones del partido.

En una entrevista en la emisora Catalunya Ràdio, Rajoy definió a la presidenta de Madrid como una persona con "gran tradición en el partido y enorme futuro", y evitó verbalizar cualquier reproche. Ni a Aguirre ni a ninguno de los dirigentes que cuestionan su liderazgo. Eso sí, a todos ellos les avisó de que él va a dar la batalla para conseguir que el PP se convierta en un partido de centro reformista. "Los demás no sé exactamente lo que piensan", ironizó. E insistió en que si alguien pretende encabezar una candidatura se lo diga, explique su programa y luego ya verá si está dispuesto a cederle avales.

MEJORAR LA HERENCIA Rajoy mantuvo la incógnita de los nombres de la nueva dirección. Desveló que no va a tener vicepresidentes, que ya tiene decidido quién será su secretario general y que quiere contar con tres o cuatro vicesecretarios. El objetivo es abrir una nueva etapa y "mirar al futuro".

¿El futuro incluye ser el candidato en las generales del 2012? Rajoy dejó claro que él quiere repetir, aunque dijo que la última palabra la tendrá el partido.

El líder del PP insistió en que las circunstancias de ahora son distintas a las del 2004 y, cual torpedo en la línea de flotación de la vieja guardia que le cuestiona, proclamó que quiere un PP "mejor" que el que le dejaron. Aunque, en un intento de rebajar tensión, expresó su convicción de que ni Rodrigo Rato ni José María Aznar están moviendo sus hilos para frenarle en su objetivo de diseñar un partido que sea lo contrario a "una estatua de sal". Haciendo oídos sordos a las críticas del expresidente, Rajoy, tras expresarle su lealtad y agradecimiento, calificó el comportamiento de Aznar de "impecable".

Rajoy reiteró su predisposición a llegar a pactos de Estado con el Gobierno y a dialogar con las fuerzas nacionalistas, a pesar de que la ponencia política parece ir en un sentido contrario. Preguntado por la salida de María San Gil, el líder del PP mostró su respeto por la dirigente vasca y expresó, con más bien poca convicción, su esperanza de que cambie de opinión.