El tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, puede considerarse hasta cierto punto un privilegiado: su jefe ha dado la cara por él al conocerse que es uno de los aforados investigado por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Algo de lo que no pueden presumir todos los políticos populares que también han sido implicados en la trama de corrupción. No en vano, Bárcenas llegó a la tesorería del partido de la mano del propio Rajoy. El líder no olvida ese pequeño detalle y respalda, al menos de momento, al responsable de las finanzas populares. Y hasta se atreve a hacer augurios de lo que ocurrirá con el sumario. "Todo quedará en nada", sentenció ayer en Lugo, aprovechando un acto electoral.

Rajoy, por tanto, evitará tomar medidas disciplinarias hasta que el juez comunique oficialmente el nombre de los afectados por este caso de presunta corrupción, desoyendo las informaciones periodísticas. "No soy un inquisidor y no puedo acusar a nadie sin pruebas", recalcó ayer el líder del PP en Telecinco.

NO APRECIA INDICIOS En ese mismo foro, Rajoy reiteró que hasta ahora no ve "ningún indicio" contra dirigentes como Bárcenas, razón por la cual rehúsa adoptar sanciones. "¿Que hay que tomar medidas? ¿Contra quién? ¿Y en base a qué? ¿A quién tengo que echar yo ahora, a los que aparecen mencionados en la prensa?", se preguntó.

Pero su argumento tiene truco. O, al menos, excepciones. Su negativa a tomar medidas hasta que se levante el secreto del sumario no se le aplicó al exconsejero madrileño Alberto López Viejo, ni al expresidente de la comisión de investigación sobre espionaje en la Asamblea, Benjamín Martín Vasco. Ambos saben que están imputados en la trama por salir "mencionados" en los periódicos. Ambos están ligados al equipo de Esperanza Aguirre y ambos han dimitido sin que conste que Rajoy moviera un dedo para evitarlo.

SALVAGUARDAR EL HONOR Lo que sí es cierto es que Bárcenas, a diferencia de otros populares investigados, ha acudido al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y a la fiscalía a exigir que se tomen medidas para salvaguardar su honor. En concreto, al CGPJ le reclama que abra una inspección para investigar la "filtración" del sumario que, a su juicio, "recuerda a los mejores tiempos de la propaganda goebbeliana", e incoe un expediente disciplinario.

Bárcenas no fue el único que cargó ayer contra este juez de la Audiencia. Lo hizo también Rajoy, que consideró que la forma en la que está llevando este caso contribuye a poner en cuestión la "honorabilidad" de mucha gente. Y, como prueba de cargo contra el magistrado, esgrimió su condición de candidato en las listas del PSOE en las elecciones generales de 1993.

UNA ACTUACION "INJUSTA" "Lo que Garzón está haciendo es tremendamente injusto, está haciendo daño a mucha gente y poniendo a un partido en campaña electoral en una situación imposible", apuntó el líder de los conservadores, agregando que este magistrado "se ha saltado la ley" y "debería abstenerse de participar en este caso contra un partido político" por haber provocado la "indefensión" de una parte de sus dirigentes. ¿Incluida la del propio Rajoy? Parece que no. Según señaló ayer el presidente del PP, él se encuentra "tranquilo, seguro y con equilibrio".

La campaña electoral en el País Vasco y Galicia, además, ha propiciado una tregua entre el líder del PP y Esperanza Aguirre.

Hasta el punto de que la presidenta de la Comunidad de Madrid se sumó ayer a los ataques a Garzón e ironizó sobre la valía de las pruebas del sumario. Humor no le faltó a la presidenta, pero la procesión va por dentro. Habrá que ver si, tras las elecciones del domingo, Aguirre mantiene el tono. En el PP de Madrid, que ha hecho rodar varias cabezas y ayer mismo suspendió de militancia a los exalcaldes de Boadilla y Majadahonda, cunde el malestar por el hecho de que la cúpula arrope a sus investigados en vez de tomar medidas disciplinarias.