La gran mayoría de los barones autonómicos del PP, reunidos ayer en la sede de Génova con la cúpula del partido, pidieron a su presidente que, ante la gravedad de la situación, exija ya la dimisión de José Luis Rodríguez Zapatero y la convocatoria de elecciones anticipadas. Pero la respuesta de Mariano Rajoy debió de dejarles fríos. Se limitó a pedir al presidente del Gobierno que acuda al Congreso para "explicar a los españoles cual es su plan para los próximos dos años", con qué apoyos parlamentarios cuenta y qué decisiones tomará para conseguir la recuperación económica. Es decir, instó a Zapatero a presentar una moción de confianza sin llegar ni a citar literalmente esta expresión.

La reunión había sido convocada de urgencia para dar respuesta al tijeretazo del Gobierno y a ella acudieron todos los presidente regionales y autonómicos del PP a excepción de Esperanza Aguirre y Ramon Luis Valcárcel. Los presidentes de Madrid y Murcia se excusaron por "motivos personales". Casi todos coincidieron en que es necesario redoblar la ofensiva política para desalojar a Zapatero del poder, pero su presidente parece haber optado por no asumir personalmente este papel, al menos de momento.

"Parecería que está buscando su rédito personal y político en vez de mirar por el país en un momento tan delicado. Tiene que salvaguardar su imagen de hombre de Estado", justificaron sus colaboradores. Lo que permitirá e incluso alentará Rajoy es que el resto sus dirigentes, incluidos los barones territoriales, clamen por el avance electoral.

INJUSTO E INSUFICIENTE En su discurso, Rajoy tiró de diccionario para descalificar sin paliativos el tijeretazo por improvisado ("se hizo en 48 horas"), impuesto ("no se ha escuchado a nadie, aún no han llamado al PP"), injusto ("el peso del ajuste recae en los débiles") e insuficiente ("no sirve para la recuperación económica y del empleo").

Pero a la hora de fijar posición fue mucho más moderado. Su partido solo se opondrá frontalmente a la congelación de las pensiones y movilizará para ello a las administraciones donde gobierna, exigiendo, a través de mociones, el cumplimiento del Pacto de Toledo.

Rajoy dijo disponer de una alternativa para no tocar las pensiones. Propone ahorrar los 1.500 millones de euros que supondrá la congelación con varias medidas: otro recorte de 470 millones de la cooperación al desarrollo; 470 millones más suprimiendo las "enmiendas de campanario" aceptadas por el Gobierno para poder aprobar los presupuestos; la reducción del gasto de las televisiones públicas, empezando por TVE; y las ya conocidas supresiones de ministerios, así como los recortes de las subvenciones a los sindicatos y los partidos.

No parece que el PP vaya a oponerse a la supresión del cheque-bebé o a la marcha atrás en la dependencia. Rajoy ni lo mencionó. Respecto a los funcionarios, solo pidió al Gobierno "hablar" para "intentar" que el recorte no sea tan drástico, pero asumió al 100% la rebaja para los altos cargos. En la reunión se acordó reducir en autonomías y ayuntamientos "los sueldos de los políticos en la misma cuantía en la que lo reduzcan el Gobierno y el Parlamento".

MENSAJE UNICO Para Rajoy era importante la reunión de ayer porque está empeñado en que el PP tenga el mismo mensaje en todos los sitios. La unidad de criterio es un arma que le permite dejar en evidencia las discrepancias entre el PSOE y el Gobierno que ya han empezado a aparecer con la subida de impuestos.