El líder del Partido Popular ya ha decidido quién sustituirá a Angel Acebes al frente de la secretaría general del partido y, según sus colaboradores, se lo hará saber al resto de sus compañeros de filas y a la opinión pública "seguramente" hoy, a través de un comunicado. De esta forma, revelará una de las principales incógnitas del congreso popular antes de que este comience, tal y como habían solicitado algunos de los críticos con la actual dirección.

Anoche era difícil encontrar a un solo dirigente del PP que no hiciera apuestas sobre la quiniela que el propio Rajoy sugirió en una reciente entrevista al reconocer que su futuro número dos saldría de este sexteto: Javier Arenas, Ana Mato, Esteban González Pons, María Dolores de Cospedal, Manuel Lamela y Pío García- Escudero. Los dos últimos eran los que más cotizaban ayer en la bolsa de cábalas. Todos los citados negaban haber recibido, en las horas previas al cierre de esta edición, una llamada del jefe anunciando que era el elegido o elegida, pero muchos insistían en apuntar hacia García-Escudero, actual portavoz del Senado. Al tiempo, tomaba fuerza la hipótesis de que Lamela, consejero de la Comunidad de Madrid, "pintará algo" en el equipo.

Ayer Rajoy no quiso pronunciarse sobre este asunto en el programa En días como hoy, de RNE, pero sí sobre sus relaciones con el expresidente José María Aznar: reconoció haberse distanciado de su antecesor. Sin dejar de ser políticamente correcto, el líder del PP definió con un llamativo matiz su trato con quien le designó sucesor. "La relación con Aznar es muy buena, pero no es intensa", recalcó.

A lo largo de esta entrevista se le preguntó también por la decisión de María San Gil de no acudir al congreso. El eludió la polémica; se limitó a insistir en el "enorme respeto, cariño y afecto" que siente por ella y a manifestar su deseo de que, en un futuro, regrese a la política.

Nuevamente, Rajoy hizo hincapié en que seguirá defendiendo los mismos principios de siempre. Desde el centro, que a su entender no es una ideología sino una "actitud ante la vida". "Es la capacidad de dialogar con todos, aunque luego no llegues a acuerdos", apostilló. Con esta frase, Rajoy defendió su tesis de que hay que acometer ciertos cambios de estrategia, sin perder las esencias, para así combatir el voto anti-PP.