Aunque, por supuesto, sin nombres y apellidos, Mariano Rajoy eligió ayer Palma de Mallorca, capital de uno de tantos escándalos de corrupción que cercaron al PP durante el 2009, para soltar lastre, dejar caer o repudiar (tanto da la expresión) a todos aquellos "compañeros que no se han comportado como debieran". No hubo nombres y apellidos, pero Rajoy (así se interpretó) certificó ayer en público su ruptura con Jaume Matas, que además de expresidente balear había sido uno de los pocos barones del PP que en su día dieron su apoyo al actual presidente del partido cuando más se discutía su liderazgo.

"Hay compañeros que en Baleares se han comportado como no debían hacerlo", dijo el líder de la oposición ayer en Palma, en la segunda jornada de la reunión interparlamentaria del PP. Se atrevió, pues, con un tabú con el que el viernes, en la primera jornada del cónclave conservador, nadie se había atrevido. El lugar común de muchos de los discursos fue entonces la crítica al actual Gobierno balear por los casos de corrupción que le acosan, pero ni una referencia al oscuro pasado del PP en las islas.

REGENERACION Rajoy, sin innecesarios eufemismos, se atrevió a ungir a Ramón Bauzá como nuevo presidente del Partido Popular balear, le invitó a liderar un proyecto "regeneracionista" y, en una curiosa relectura de lo que son las citas con las urnas, aseguró que los ciudadanos le "juzgarán" por cómo actúe a partir de ahora y no por todo lo acontecido con anterioridad, escándalos incluidos.

"Dar la talla" y "estar a la altura de las circunstancias". Eso fue lo que el líder del PP reclamó a los valores emergentes del partido ante la perspectiva de que en el horizonte haya una victoria en las elecciones generales y no un espejismo. De hecho, Rajoy pareció ayer especialmente entusiasta. No en vano, llegó a Palma después de que por primera vez una encuesta haya pronosticado una victoria del PP en Andalucía. No sería una comunidad más para el PP. Valencia y Madrid hace años ya que dejaron de ser feudos socialistas. En Baleares y Galicia han gobernado los socialistas, pero de modo inevitable en coalición, ya que la lista más votada ha sido siempre el PP. Andalucía no es solo que se le haya resistido a los conservadores como gobierno autonómico, sino que, junto con Cataluña, ha terminado por ser una suerte de trinchera que ha impedido un avance más fluido hacia la Moncloa.

La encuesta andaluza, en cualquier caso, propició que Javier Arenas, presidente del partido en esa comunidad y estrechísimo colaborador de Rajoy en la política española, tuviera un plus de protagonismo en Palma.

"Hoy todas las encuestas nos dan ganadores", se enorgulleció Arenas. Se refería tanto a las que predicen el resultado de las elecciones autonómicas andaluzas como las legislativas españolas. "Lo importante --concluyó el dirigente andaluz-- es que entre todos mimenos la cohesión interna del partido". Pudo parecer una frase amable e incluso intrascendente, pero con los antecedentes de luchas internas del PP todavía frescos en la memoria, pareció más un aviso a los sectores díscolos, representados, por ejemplo, en Esperanza Aguirre, para que no echen a perder lo que podría ser una cosecha electoral sin precedentes para la derecha española.

"CAMBIAR CLIMAS" El formato de la reunión, como suele pasar en estos casos, oscureció el protagonismo del anfitrión. Aunque Bauzá lo intentó: "Vamos a cambiar muchos climas, muchos malos tiempos y aquí también saldrá el sol". A su modo, también rompió con Matas.