Mariano Rajoy invitó este martes a la prensa a la Moncloa para tomar la tradicional copa de Navidad, aplazada este año por la campaña electoral del 21-D. El presidente del Gobierno se mezcló con los periodistas durante más de dos horas y media en las que no paró de responder preguntas sobre la situación catalana, algunas sobre la amenaza de Ciudadanos (tema del que se notaba que no quería hablar), sobre los candidatos del PP a las municipales y autonómicas y algún que otro asunto (sobre todo futbolístico y meteorológico: la lluvia, ese gran asunto cuando no se quiere hablar de otras cosas).

El jefe del Ejecutivo resumió el futuro político catalán en tres posibles escenarios: el primero, el "peor" a su juicio es que Carles Puigdemont sea propuesto como candidato a la presidencia de la Generalitat; el segundo, que el elegido sea Oriol Junqueras u otra persona con causas abiertas, y, el tercer escenario, el preferido por el líder del PP, es que los independentistas lleguen a un acuerdo y presenten a un aspirante "limpio", sin mácula judicial en su expediente. En los dos primeros casos, Rajoy afirmó que se enviaría un "mensaje malo" a la sociedad. Por contra, confía en que los soberanistas se decidan por una persona sin cargas con la que se pueda volver a una etapa de "normalidad" política.

Pendientes del Parlament

Rajoy también aseguró que su Gobierno recurrirá cualquier acto administrativo que no se ajuste a la legalidad e hizo referencia directamente a la sesión constitutiva del Parlament, este miércoles. En este sentido, concretó que impugnará ante el Tribunal Constitucional si se permite delegar el voto desde Bruselas al expresident Puigdemont y los otros cuatro exconsellers.