«Eran plenamente conscientes de que yo no iba a liquidar la soberanía de España, saltándome la ley. España es la que quieran los españoles y no una parte de los españoles, ni una comunidad autónoma ni un Gobierno». El expresidente Mariano Rajoy no se anduvo con rodeos y trató de dejar poco margen al exsecretario general de Vox, Javier Ortega Smith, que inició sus preguntas con las conversaciones que su Ejecutivo mantuvo con la Generalitat.

El testigo dijo que se reunió seis veces con el expresidente de la Generalitat Artur Mas, y otras dos con su sucesor, Carles Puigdemont, porque «las conversaciones entre partidos son habituales en política». Añadió que «el problema es en qué se plasman», porque de lo que no quería que quedara duda es de que «del referéndum nunca hubo de qué hablar porque desde la primera reunión» dejó «patente que el presidente del Gobierno no iba a saltarse la Constitución ni a liquidar la soberanía nacional».

Y a partir de ahí, el interrogatorio del testigo más esperado fue una sucesión de distintas formas de expresar esta idea. «Aquí se puede arreglar todo, pero no la liquidación de la ley y de la Constitución española»; «no hubo nadie que no supiera que yo no iba a autorizar ese referéndum»; o «me gusta dialogar y pactar, pero las reglas de juego son fundamentales para la estabilidad de un país, y aquí se trataba de suprimirlas y eso no se podía aceptar». A sus interlocutores, Rajoy dijo haberles propuesto «que dejaran de vulnerar la Constitución», porque «la soberanía nacional no se negocia».

Aclarado ese punto, las preguntas se dirigieron al 20 de septiembre y al 1-O, sobre todo por parte de las defensas, que desplegaron todo su saber para que Rajoy se pronunciara sobre las cargas policiales de aquel día. No fue fácil, porque aunque se declaró «seriamente preocupado porque la situación no era normal», citó como ejemplos de violencia las concentraciones ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña o el «acoso» a alcaldes o a policías y guardias civiles en hoteles, así como las protestas ante la Consejería de Economía, «cuando unos funcionarios estaban cumpliendo órdenes de los jueces».

«Era una situación excepcional y por eso nos vimos obligados a aplicar el 155», aseguró. No se optó por el estado de alarma, excepción y sitio, porque el 155 era mucho más operativo y justo, ya que la primera situación «afectaba a derechos individuales y el artículo constitucional permitía cesar a un Gobierno».

«Lo que hicimos era cumplir la ley. En una situación como esta es normal que haya enfrentamiento y más cuando hay voluntad de que lo haya», insistió para luego dar una vuelta al argumento: «Si no se hubieran tomado las decisiones importantes que se tomaron, si simplemente hubieran respetado la ley y la Constitución, ni estaríamos aquí, ni se habría producido el 1-O».

Pero no entró a discutir el dispositivo policial. «Yo he sido ministro del Interior y jamás he tomado una decisión sobre un dispositivo policial. Esas decisiones competen a quienes están al frente de los operativos y que supongo que informarían a la Generalitat de que esta era una situación muy complicada», explicó Rajoy en referencia a los Mossos.

A fuerza de intentarlo, las defensas obtuvieron su premio: «La responsabilidad de los dirigentes políticos es evitar esas imágenes. No me gustan ni estas ni otras. La obligación que tenemos los políticos es trabajar para que no tengamos que ver estas imágenes. Si no se hubiera llamado a la gente a un referéndum ilegal, ni usted ni yo ni nadie habríamos tenido que ver las lesiones que tuvieron algunas personas y algunos miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Créame que esto es lo importante», señaló el expresidente.

DUI «CONFUSA» / El testigo explicó que la declaración unilateral de independencia era «deliberamente confusa», al igual que la respuesta a los requerimientos enviados a Puigdemont, y que por todo ello debió utilizarse el 155. Tras señalar que «sobre esto ha habido muchísimas opiniones para todos los gustos, porque España es un país plural», destacó que los factores que manejó para acordarlo fueron «el respeto a la soberanía nacional, el cumplimiento de la ley» y la prudencia. «Fuimos muy prudentes. Hicimos un esfuerzo para lograr el respaldo de todos. Y dimos la posibilidad de rectificar a quien había tomado esas decisiones», insistió. Y sobre la mediación del lendakari, Iñigo Urkullu, para tratar de evitar la DUI, Rajoy la admitió, aunque le negó la etiqueta de «mediador»: «Le escuché y le dije que yo no estaba dispuesto a negociar con la soberanía nacional».