Todo muy medido, sin grandes alardes. Muy cerebral. El presidente del PP, Mariano Rajoy, no se refirió en ningún momento a la entrevista que mantendrá con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el 23 de julio, pero expresó con claridad el mensaje con el que irá a la Moncloa. En su nueva etapa, con un equipo renovado al frente del PP, Rajoy quiere ejercer una oposición responsable, en la que se pueda confiar, y ofrecerá a Zapatero su "apoyo leal" para hacer frente a algunos retos, como el que plantea el lendakari Juan José Ibarretxe con su "ilegal convocatoria de referendo". Pero Rajoy le brindará al presidente, principalmente, todo su apoyo para tratar de "salir de la crisis". Eso sí, con las medidas que, a juicio del líder del PP, son las que funcionan en coyunturas como la actual: con una rebaja de impuestos que aporte liquidez a las empresas y a los ciudadanos.

Rajoy clausuró el campus de la FAES en Navacerrada, en la sierra de Madrid, acompañado del expresidente José María Aznar. No coincidían desde el congreso del PP en Valencia. Se estrecharon la mano, con la mejor de sus sonrisas, ante las cámaras. Previamente, tomaron un refresco junto con los responsables de la fundación del PP, y con María del Mar Blanco, la hermana de Miguel Angel Blanco, de cuyo asesinato a manos de ETA se cumplen 11 años.

FRENTE AL PESIMISMO En su discurso, Rajoy consideró que Zapatero se ha equivocado en sus prioridades y que no logrará reducir el pesimismo que genera la crisis económica con medidas que traten de transformar "la laicidad constitucional por el laicismo" o la reforma de la legislación vigente sobre el aborto o la eutanasia. A pesar de las críticas lanzadas por los dirigentes socialistas, Rajoy insistió en que esos debates que ha propiciado el PSOE en su 37º congreso no interesan al conjunto de la sociedad. Y lanzó sus recetas: rebaja de impuestos, para empresas y ciudadanos; austeridad en el sector público; impulso de la unidad del mercado interior; ahorro energético y más competencia.

Pero lejos de insistir en el reproche, Rajoy tenía ayer un doble cometido. Ante el Gobierno, ofrecer responsabilidad. Y frente a Aznar, independencia. Al expresidente, quien hace tan solo unos días criticó a Rajoy por apartar a los anteriores dirigentes, el líder popular le ofreció sus razones. "El PP ha afrontado una serie de cambios que expresan su voluntad de renovar equipos y mejorar sus mensajes y propuestas, pero desde la firmeza del respeto a nuestros principios y valores", aseguró, insistiendo en que el PP es "un partido independiente, de centro, que reivindica la moderación y el sentido de la responsabilidad".

En el rostro de Aznar, sentado junto a él, no se pudo adivinar ni una sola emoción.