Jornada de clausura de la convención del PP en Sevilla. Llegó el momento más esperado, el del discurso de un líder que busca claramente insuflar ánimos en su partido, afectado por la crisis catalana y sus consencuencias electorales, y ahora rematado por el escándalo que atañe a Cristina Cifuentes. El presidente, que no hizo ninguna referencia a la dirigente madrileña en su última alocución, sí dedicó tiempo a arengar a sus tropas y pedirles que confíen en su actuación gubernamental en Cataluña. «Más pronto que tarde todo lo que estamos viviendo será un mal recuerdo en la historia centenaria de España», afirmó con un optimismo que no argumentó.

Los populares están descolocados y preocupados por la decisión de la justicia alemana de negar la extradición de Carles Puigdemont por el delito de rebelión, un hecho que llega después de unos meses en los que han visto cómo fracasó la llamada operación diálogo auspiciada por Soraya Sáenz de Santamaría y hubo urnas en un referéndum que el Ejecutivo dijo mil veces que no se celebraría.

ENCUESTAS Y ELECCIONES / Rajoy quiso enviarles un mensaje de aliento y subrayar los pasos dados en contra de los secesionistas. El jefe del Ejecutivo reivindicó su estrategia para evitar que los independentistas rompieran «la unidad», en alusión a la aplicación del 155, y celebró que su Gobierno impidiera la investidura «ilegal» de Puigdemont. «El presidente cree que, en perspectiva, dentro de un tiempo de Puigdemont no se acordará nadie y de España, sí», concretaron fuentes de la Moncloa.

Y de esa España que Rajoy quiere vender a los ciudadanos habló también en su discurso de clausura de la convención de Sevilla. El presidente reclamó a los dirigentes y militantes populares que no se dejen llevar por el «ruido» que intenta hacer la oposición (única referencia indirecta al máster de Cifuentes) y piensen en que deben trabajar para «salir a ganar» las convocatorias electorales del 2019: municipales, autonómicas y europeas, y los comicios andaluces, que tocan el próximo marzo si Susana Díaz no los adelanta.

Ante esas convocatorias, el primer obstáculo al que deben hacer frente es la tendencia de opinión que se está creando con las encuestas que colocan a Albert Rivera y sus Ciudadanos por delante del PP. Rajoy, al igual que hizo la víspera, cargó nuevamente sin mencionarlos contra los naranjas, a los que afeó que cambien de criterio según las circunstancias y después, entre otras cosas, traten de arrogarse haber puesto orden ante el desafío secesionista.

Para el presidente, los políticos de Ciudadanos son unos «inexpertos lenguaraces que no gobiernan» y que «coleccionan» ideas como «imanes» en la nevera. Los aplausos le interrumpieron. «Un alcalde del pueblo más humilde de la sierra de Grazalema tiene mucha más experiencia», soltó en otro momento. Más aplausos. No en vano, este era el verdadero objetivo con el que se había diseñado esta convención, el de preparar a un partido deprimido para enfrentar un año electoral complicado.

Durante buena parte del discurso de 50 minutos, Rajoy les dio argumentario para defender la labor del PP frente a los inexpertos: los conservadores superaron la crisis que dejó José Luis Rodríguez Zapatero, evitaron el rescate total de la economía española y ahora han hecho frente al desafío secesionista. «El PP es el partido que resuelve las crisis, al que recurren los españoles cuando las cosas van mal», subrayó.

También sacó munición contra Podemos y el PSOE. A los de Pablo Iglesias les acusó de buscar ideas en «Irán o en Venezuela», pese a que el presidente de este último país, Nicolás Maduro, insulta de manera habitual al Gobierno de España. «Parece que se han quedado en la política que aprendieron en las asambleas de la facultad», les afeó. Y a los de Pedro Sánchez les dio donde es habitual: en su concepción de país y en su afición a «desvivirse» contando «cuántas naciones hay en España».