Se inicia un cambio de etapa y de estrategia en el PP. Según se deduce del discurso que eligió ayer Mariano Rajoy para cerrar la convención de Sevilla, a partir de ahora los populares dedicarán menos tiempo a criticar a un Gobierno que sitúan en fase terminal y más energías a explicar sus "propósitos" de puertas para dentro e intentar mejorar su imagen en el contexto internacional. A generar "confianza", según sus propias palabras. Los populares dan por hecho que la acumulación de poder territorial que lograrán en las elecciones de mayo será histórica. Y que Europa y los mercados escuchan por ello con suma atención cada palabra que sale de la boca de algún dirigente popular. Así las cosas, Rajoy cree llegado el momento de virar el rumbo, mirando menos al PSOE (ayer no citó ni una sola vez a José Luis Rodríguez Zapatero), promocionando más su propia marca.

"Los españoles no necesitan que les recordemos muchas cosas que están en la cabeza de todos, que sufrimos todos los días. Los españoles saben muy bien lo que pasa en España. No les interesa ya oír hablar de este Gobierno. Lo único que esperan de él es el anuncio de las fechas de las elecciones. Lo que les importa no son nuestras críticas, sino nuestro propósitos", proclamó.

CAJAS Y PENSIONES No obstante, fuentes de la dirección popular admiten que se harán propuestas en distintas materias, pero con carácter general, evitando entrar en detalles "que no son necesarios en estos momentos y que, inevitablemente, no gustarán". No gustarán a los ciudadanos, matizan las mismas fuentes, porque conllevarán "duros" sacrificios. Otra cosa serán los mercados o las instituciones europeas.

"Nosotros sabremos ser austeros, vigilar el dinero, reducir el déficit, rebajar la deuda y exigiremos ese mismo comportamiento a todas las administraciones. Solo así volverá la confianza a nuestro país y el crecimiento y el empleo dejarán de estar bloqueados", apuntó ayer Rajoy. En esta línea, el líder conservador exigió a los suyos un esfuerzo para que el país "vuelva a ser fuerte y respetado" en Europa y los españoles considerados "socios fiables". "El mundo volverá a confiar en España y se acabarán las dudas, los sobresaltos, los problemas de financiación de nuestras administraciones públicas, de nuestras empresas y familias", aseveró Rajoy.

Desde su entorno se insiste en que el PP atrae ya las miradas de otros países e instituciones vinculadas a la economía. Las encuestas, dicen, traspasan fronteras, y eso hace que "suenen los teléfonos" más de lo habitual para preguntar la posición de los populares ante algunas de las reformas que el Ejecutivo de Zapatero tiene sobre la mesa, como las pensiones o la reestructuración de las cajas de ahorro. "Los socialistas sabrán si quieren aprobar solos esas reformas. Pero si no nos tienen en cuenta y nos oponemos, los mercados se las comerán en cinco minutos", sostiene un dirigente del PP confiado en que su partido pronto llevará las riendas del país.

En lo que concierne a estas dos cuestiones, los populares son partidarios de incentivar fiscalmente la jubilación "voluntaria" a los 67 y, sobre las cajas, apuestan por desarrollar "sin complejos" las leyes vigentes, que permiten al Banco de España forzar la reconversión de una caja en banco.

En cualquier caso, el objetivo principal de un Rajoy que sale reforzado de este cónclave no era tanto ayer marcar posición en temas relevantes, sino concienciar a los suyos de que en cualquier momento (según sus cálculos, que no los de Zapatero), les puede tocar gobernar por presión social, y que deben estar preparados.

"España tiene sed de urnas, tiene prisa por apuntalar su esperanza, por dotarla de un contenido fiable. España quiere cambio", sentenció. Con esa tesis, enfatizó ante sus compañeros de filas que da por iniciado un "nuevo tiempo político" en que todos, dentro y fuera, observan con lupa al PP.