Ni la chompa (jersey de alpaca) a rayas con la que acudió en enero a la Zarzuela y a la Moncloa, ni la férula de yeso en la nariz que se le tuvo que aplicar después de romperse el pasado domingo el tabique nasal durante un partido de fútbol sala amistoso. Evo Morales lució para su entrevista con María Teresa Fernández de la Vega una camisa clara y un tres cuartos oscuro y una nariz y unos pómulos que, gracias a un cuidado maquillaje, escondía bien los cardenales que le provocó la fractura.

Que Morales es un loco del fútbol lo saben todos los bolivianos. Balón que ve, balón que chuta. Y, a la que puede, organiza pachangas con todos sus ministros, colaboradores o a quien pille por el camino, como hizo el domingo en Cochabamba, donde un encontronazo con el portero del equipo rival le partió la nariz.

Ayer, en la rueda de prensa con la vicepresidenta del Gobierno, volvió a demostrar su gran habilidad para driblar y para despejar a córner. Cuando se le preguntó si la visita de la vicepresidenta podría suponer un empujón para cerrar el acuerdo con Repsol-YPF, el primer presidente indígena que tiene Bolivia echó balones fuera y se explayó en explicar lo mucho que aprende en estas entrevistas y reuniones con personalidades de otros países. "Yo no me preparé ni para llevar un alcaldía; fue la honestidad, la transparencia y la mayoría del pueblo las que me llevaron a ser presidente de Bolivia", confesó Morales. Estas visitas y charlas con autoridades extranjeras, admitió, son su "gran universidad".