Atenor de lo que dicen los últimos sondeos y de lo que parece primar si no en la opinión pública al menos sí en la publicada, parecería que Pedro Sánchez no calibró bien el efecto que podía tener sobre la campaña electoral, y quién sabe si también sobre los resultados del 10-N, la reacción en Cataluña a la sentencia del procés. Convencidos él y sus estrategas de que en una «segunda vuelta» reforzarían la posición del PSOE -hablaban de hasta 145 o 150 escaños frente a los 123 del 28-A- prefirieron volver a las urnas antes que formar un Gobierno con Unidas Podemos, que a lo mejor ya habría saltado por los aires.

Al menos, si se sigue el razonamiento del presidente Sánchez, que considera «abismales» las diferencias de ambas fuerzas políticas sobre el conflicto catalán.

El caso es que ahora, a 15 días de las elecciones, lo que auguran los sondeos es que el PSOE se queda más o menos como está, aunque con un porcentaje menor de votos, que Unidas Podemos baja, que Ciudadanos se desmorona, y que suben PP, hasta casi 100 escaños frente a los 66 que tiene ahora, y Vox, que podría hacerse con la tercera posición tras socialistas y populares. Todo porque parece que la crisis catalana ha contribuido a exacerbar las posiciones de un sector del electorado español al que convencen más los discursos de mano dura esgrimidos por la derecha que la contención que trata de aplicar el líder socialista. Nada nuevo, porque está comprobado que los conflictos territoriales benefician a las derechas y dividen a las izquierdas, especialmente cuando están en plena efervescencia como ocurre ahora.

Tampoco es una sorpresa que el Tribunal Supremo se pronunciara a unas semanas del 10-N. Estaba anunciado. Ya sabían, por tanto, en Moncloa que eso ocurriría en plena campaña. Pero llevados por el optimismo de los sondeos del verano pensaron que la posición equilibrada de Sánchez frente a la crisis catalana reforzaría su posición presidencial, su imagen de hombre de Estado, que garantiza la firmeza y la proporcionalidad en la respuesta, y también asegura la estabilidad gubernamental que tanto escasea en la España del bloqueo.

Disturbios violentos

No esperaban, porque no lo esperaba nadie, los disturbios violentos en las calles de Barcelona, y es seguro que la retransmisión en directo de esos episodios ha contribuido a alarmar a buena parte de la población y, quizás, a desconfiar de la posición contenida del líder socialista.

Pero esto aún no se sabe y una lectura pausada de los sondeos muestra al partido socialista estancado y a la derecha escalando posiciones, pero hasta el momento todas las encuestas dan ventaja a los socialistas y ninguna vaticina un vuelco que permita a Partido popular, Vox y Ciudadanos sumar y gobernar.

De ser ciertos estos los resultados, más votos de izquierda que de derecha, se demostraría que aciertan los estudios demoscópicos que se realizan en momentos de menor emocionalidad y que muestran que son más los españoles que apuestan por la moderación y el diálogo para resolver el conflicto catalán que los que abogan por medidas excepcionales. Podría ser un rayo de esperanza en un escenario de dificultad.