Han pasado ya seis años del atentado en Madrid que conmocionó a España y el mundo el 11 de marzo del 2004. Y si algo ha curado el paso del tiempo, como se evidenció ayer durante el aniversario de la tragedia en la que murieron 192 personas, son las diferencias políticas sobre la autoría de la explosiones, que la justicia atribuyó a Al Qaeda. Bajo el objetivo común de condenar cualquier tipo de terrorismo que acabe con la vida de inocentes, los grupos del Congreso aprobaron declarar el 27 de junio, fecha en la que murió la primera persona asesinada por ETA en 1960 --un bebé--, como Día de Homenaje a las Víctimas del Terrorismo.

"A partir de ahora, todos los 27 de junio habrá una sesión solemne en el Congreso en la que el hemiciclo no será un campo de confrontación", indicó el presidente de la Cámara baja, José Bono. Tras pactarse la declaración se guardó un minuto de silencio en memoria de los fallecidos el 11-M. Este acto, el único al que asistió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se unió a la docena de celebraciones convocadas ayer por separado por familiares de las víctimas, entidades ciudadanas e instituciones. Unos y otros se fueron cruzando y encontrando a lo largo del día, pero fue imposible consensuar un único acto conjunto. Hará falta todavía más tiempo para olvidar las tensiones sufridas por la utilización política que se hizo del atentado.

El Ayuntamiento de Madrid, el Senado y, otra vez el Congreso, por la tarde, rindieron también tributo a las víctimas. UGT, CCOO, entidades vecinales y asociaciones de víctimas del terrorismo, entre ellas la europea, se unieron a los homenajes. Lo mismo ocurrió con el Rey, que recibió en la Zarzuela a una representación de las familias.

MOMENTOS DISONANTES Los únicos momentos disonantes con el ambiente de concordia que reinó a lo largo de la jornada los protagonizaron la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y Pilar Manjón, presidenta de la asociación 11-M Afectados por el Terrorismo. La dirigente popular acusó a los que después de los atentados del 11-M reclamaban "un Gobierno que no mintiera" (una petición directa al actual ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba) de tratar de ocultar ahora el caso Faisán. Un contencioso en el que el principal partido de la oposición acusa al Gobierno de haber dado un chivatazo a ETA en el 2006, en la última tregua, que frustró una operación policial contra el entramado financiero.

Manjón cargó contra el "cinismo" de Esperanza Aguirre al asegurar en el 2008, tras ser evacuada de un hotel de Bombay de donde salió ilesa de un atentado, que se sintió "como una víctima del 11-M". "La mala política emponzoña el recuerdo de los fallecidos", aseguró.