El desafío lanzado por la presidenta del PP vasco, María San Gil, que ha puesto en entredicho el compromiso de Mariano Rajoy frente a los nacionalistas, sigue provocando reacciones encontradas en el PP. La pujante alcaldesa de Lizartza (Guipúzcoa), Regina Otaola, afirmó ayer que dejará el partido en el caso de que lo haga San Gil: "Si ella se va, significa que algo ha cambiado en el PP".

También defendió a San Gil la candidata a la presidencia del PP catalán, Montserrat Nebrera, quien instó al partido a "pensar en grande" y no volver a "meter la pata" con discursos de aproximación a los nacionalistas. No sin ironía, excusó a la senadora Alicia Sánchez-Camacho --coautora de la ponencia del PP para el congreso de junio-- porque, a su juicio, vive la realidad catalana desde la capital española.

Por contra, la presidenta del PP de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, dijo que le hubiera "gustado" que San Gil no hubiese aireado en público sus opiniones, por lo que "supone de desconfianza" hacia el proyecto del partido. El exdiputado de UPN Jaime Ignacio del Burgo afirmó que San Gil "no tiene derecho a defraudar la confianza" que Rajoy depositó en ella.