Réquiem por ICV. El partido que fue el buque insignia de la izquierda alternativa, que cogió el relevo del PSUC en un mundo en el que el comunismo se desplomaba y apostó por el ecosocialismo cuando el cambio climático parecía una película de ciencia-ficción (aunque para algunos lo siga siendo), bajará la persiana este verano tras más de tres décadas de actividad política.

Rafael Ribó comandó la transición del PSUC a Iniciativa. El último secretario general psuquero y el primer presidente de ICV recuerda el reto mayúsculo de pilotar el adiós a El Partido, que tenía «la fuerte impronta de lo que representaba la gran mayoria de la oposición democrática». Destaca la «inmensa ayuda» recibida para aquella dura tarea de personas como el añorado Manuel Vázquez Montalbán.

El nombre de la nueva formación nació en una lluvia de ideas. «Queríamos bautizarlo con un término que representara innovación, radicalidad -recuerda Ribó-. Que reflejara nuestra vocación de impulsar un nuevo espacio político, aprender de las experiencias de las nuevas formaciones progresistas de otras culturas democráticas que no arrastraban 40 años de dictadura».

Joan Saura, que sería el coordinador de ICV desde el 2000 hasta el 2013, ocuparía en el Govern de Pasqual Maragall la cartera de Relaciones Institucionales y en el de José Montilla asumiría también las responsabilidades de Interior. Los 13 escaños del 2012, con Joan Herrera como jefe de filas, fueron el mejor resultado que lograron los ecosocialistas. Esa fue la última vez que ICV concurrió con su nombre a unos comicios al Parlament, ya que en las dos últimas contiendas se presentó como Catalunya Sí que es Pot y Catalunya en Comú-Podem.

La liquidación del partido llega forzada por problemas económicos. El parrtido ha presentado concurso de acreedores y un expediente de regulación de empleo ante la difícil situación económica. Pese a haber reducido la deuda en los últimos años, los 9,2 millones de euros que seguían debiéndose eran toda una losa, que en el 2010 ascendía a 16 millones.