El juicio contra tres militares acusados de identificar mal a 30 de los 62 fallecidos en el accidente del Yakovlev 42 está demostrando que los imputados no solo erraron porque los cadáveres estaban en mal estado, al contrario de lo que señalaba Defensa, sino porque los imputados no llevaron a cabo pruebas de ADN ni se fijaron en signos externos de los cuerpos que les hubieran ayudado a no cometer un fallo tan monumental.

Así, no solo confundieron un cabo de raza negra con un sargento blanco, sino que tampoco se fijaron en el número de pie de los fallecidos. El forense que dirigió las exhumaciones, Juan Miguel Monge, explicó ayer que encontró en un mismo féretro un pie que calzaba una bota del 43 y otro con una del 45. Por si esto fuera poco, ninguno pertenecía al cadáver asignado.

Estas evidencias contrastan con la versión mantenida por Defensa tras la tragedia. Por ejemplo, el número tres de Federico Trillo, Javier Jiménez Ugarte, cuya declaración ha sido solicitada por el fiscal, sostuvo que la identificación se había llevado con "total entrega y rigor". Pero algunas familias sospecharon desde el principio, porque no les dejaron abrir los féretros, como ayer explicó uno de ellos, Francisco Javier González.

Sus presagios tomaron forma cuando, cinco meses después, se desplazaron al lugar de la tragedia y hallaron dispersas por el terreno placas metálicas identificativas, las mismas que supuestamente habían sido usadas por los ahora acusados. Finalmente, lograron que la jueza Teresa Palacios ordenara en noviembre de 2004 exhumar 21 cadáveres, ya que 9 habían sido incinerados.

LOS PERFILES GENETICOS Este proceso fue dirigido por el mencionado forense de la Audiencia Nacional, que, a preguntas del fiscal Fernando Burgos, explicó que encontraron "tres perfiles genéticos en un mismo féretro". Concretamente, hallaron el cuerpo principal, metido en un sudario, una mano en otra bolsa, que correspondía a este cuerpo, y dos botas con sus correspondientes pies que pertenecían cada una a un militar distinto.

Por otro lado, el Instituto Nacional de Toxicología llevó a cabo las pruebas de ADN. Su portavoz explicó que, para identificar correctamente los restos, usaron las muestras obtenidas por los forenses turcos después del accidente (y ocultadas al principio por Defensa) así como el ADN de familiares. "Los perfiles genéticos obtenidos un año y medio después resultaron idénticos a los de Turquía", reveló el perito.

Por tanto, dichas pruebas no resultaron tan innecesarias como sostuvo Trillo y ha mantenido el principal acusado, el general de Sanidad Vicente Navarro. En un principio, se solicitó a las familias que estuviesen preparadas por si era necesario practicar pruebas de ADN, pero enseguida se les desmovilizó con el argumento de que los cuerpos estaban en buen estado.

Hoy están citados los forenses turcos, pero su testimonio puede retrasarse, ya que la embajada ha comunicado que no disponen de los medios para declarar por videoconferencia.