Después de participar intensamente en la campaña electoral en Escocia, Gordon Brown optó ayer por no aparecer en público. El aún hoy ministro de Finanzas se limitó a emitir un comunicado a media tarde prometiendo "escuchar y aprender" el mensaje de las urnas. Una vez más fue el primer ministro Tony Blair el que en los momentos difíciles dio la cara. A pesar de la avalancha de resultados adversos, Blair relativizó las pérdidas y sostuvo que los laboristas "están en buena posición para ganar las próximas elecciones generales". El futuro, sin embargo, se presenta para su sucesor bastante sombrío. El impulso electoral del Nuevo Laborismo, que les ha permitido ganar tres mandatos, ha tocado a su fin.