Madrid Los restos de un vagón destrozado por las bombas fueron retirados a un rincón de la estación de El Pozo por cinco operarios con monos blancos, que trataron de hallar nuevas pistas. Su misión fue desmontar los kilos de chatarra entre los que murieron decenas de personas y escarbar entre los hierros que, parece ser, mejor soportaron la metralla y el fuego.