El Gobierno se tomó su tiempo para responder a las palabras de Carles Puigdemont en Bruselas. Y al final, no lo hizo directamente, sino por persona interpuesta en la figura del delegado del Ejecutivo en Cataluña, Enric Millo. En la rueda de prensa en la que este dio cuenta de los acuerdos del Consejo de Ministros de media tarde, centrados en las elecciones del 21-D, Millo explicó que el Gobierno celebra el reconocimiento explícito que Puigdemont ha hecho de la existencia de las elecciones autonómicas, es decir, el retorno del expresident a la legalidad vigente. No hizo especial leña Millo de Puigdemont. Sí apuntó que era «chocante» que dentro del «serial de declaraciones insólitas» que está protagonizando sea él quien «se atreva a preguntar si los otros aceptarán los resultados del 21-D». «Es una pregunta que se responde por sí sola», sentenció el delegado.

También indicó que no «hará falta escrutar los programas electorales» por cuanto la competencia de ideas es libre siempre que su «concreción se ajuste a la legalidad vigente». Dicho de otro modo, se puede ser independentista, pero el único modo de llevar a cabo el programa es vía reforma de la Constitución.

Nada comentó Millo sobre las «garantías» judiciales que exigió Puigdemont para volver a España. «Creo que es una norma básica para todos los ciudadanos respetar los procesos judiciales. Confío en que como cualquier otro ciudadano nadie se va a situar por encima de la ley y va a colaborar cuando se le requiera con la justicia», señaló.

El primer ministro de Bélgica, el país anfitrión por sorpresa de Puigdemont, señaló que el presidente cesado goza de «los mismos derechos y deberes que corresponden a todos los ciudadanos europeos, ni más ni menos». Charles Michel, que tuvo poco después del 1-O un rifirrafe con el Gobierno español por sus críticas a la intervención policial, matizado que «Puigdemont no está en Bélgica por invitación» de su Ejecutivo. «Ha venido a Bruselas porque es la capital de Europa. Será tratado como cualquier otro ciudadano», sentenció el primer ministro belga.

El portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, tiró del rico acervo cultural español para dedicar una retahíla de epítetos a la estancia belga de Puigdemont. Un viaje «peripatético» del expresidente y de sus compañeros a los que Hernando conminó a «dejar de hacer el botarate» porque todo está resultando ser una «ópera bufa».

Ya en el ámbito político catalán, el PSC reclamó al político gerundense que aparque el «victimismo». Según la portavoz del PSC en el Parlamento catalán, Eva Granados, la intervención bruselense de Puigdemont estuvo llena de «incongruencias y falsedades» y suponen «un insulto a la inteligencia de los catalanes». «Muchos de los que son independentistas no entienden cómo el primero que abandona el barco es el responsable de habernos llevado hasta aquí», sostuvo.

La portavoz de Catalunya en Comú, Elisenda Alamany, por su parte, reclamó al expresidente de la Generalitat transparencia y que aclare la situación con «mensajes claros» en relación «hacia dónde se encamina Cataluña» antes de llegar a las elecciones del 21 de diciembre.