Era uno de los discursos navideños más esperados del Rey. Las noticias de las últimas semanas sobre la posible implicación de su yerno, Iñaki Urdangarín, en un sonoro caso de corrupción han abierto un debate en la opinión pública española sobre la monarquía. En su tradicional alocución de Nochebuena, sin mencionar expresamente al duque de Palma, Juan Carlos ha dejado entender el malestar que se ha generado entre la ciudadanía. "Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o la ética, es natural que la sociedad reaccione", ha sostenido, para a continuación apostar por que los tribunales actúen contra los corruptos sin hacer distinción: "Afortunadamente vivimos en un Estado de derecho y cualquier actuación deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos", ha proclamado.

En un momento en que aún está vigente el secreto de sumario sobre el caso Urdangarín y que la Casa del Rey, a través de su portavoz, Rafael Spottorno, se empeña en marcar distancias con el marido de la infanta Cristina al atribuirle un comportamiento "poco ejemplar", el Monarca ha reconocido que le preocupa "enormemente" la desconfianza que parece estar extendiéndose entre ciertos sectores de la ciudadanía respecto a la credibilidad y prestigio de las instituciones. "Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar", ha enfatizado el Rey.

Las injusticias

En este contexto, ha reclamado que se aíslen los casos individuales y se evite la generalización, a fin de no cometer "una gran injusticia" con la inmensa mayoría de los servidores públicos, "y también de empresarios o trabajadores del sector privado, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta". "De lo contrario, se podría causar un grave daño a las instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad", ha agregado.

De esta forma indirecta, Juan Carlos ha abogado por no culpar a toda la Casa Real de los errores (serán los jueces quienes se encarguen de determinar si son además delitos) que pudiera haber cometido alguno de los miembros de su familia, al tiempo que ponía énfasis en reivindicar el papel que desempeña la Corona actualmente en España, un país que acaba de cambiar en las urnas el color de su Gobierno. "En este nuevo escenario que se abre, la Corona, en tanto que símbolo de la unidad y permanencia del Estado, seguirá haciendo todos los esfuerzos necesarios en favor de la convivencia integradora", ha aseverado.

Autocrítica por la crisis

El Rey ha dedicado buena parte de su discurso de Nochebuena a la crisis económica. Ha subrayado que ahora se cierra un año "difícil y complicado para todos" tras un largo periodo en el que España ha permanecido sumida en una "severa" crisis económica y financiera "cuyas causas complejas no son siempre difíciles de entender". "Es una crisis --ha asegurado-- llamada seguramente a modificar hábitos y comportamientos económicos y sociales [...]. Hemos de saber reconocer con humildad cuáles han sido los comportamientos en los que, como individuos y como grupo, hayamos podido equivocarnos".

Y es que, según Juan Carlos, solo a partir de la autocrítica se podrá a comenzar a superar la crisis, autocrítica a la que habrá que sumar, ha afirmado, un planteamiento global por parte de los responsables políticos y los agentes económicos y sociales. "En este ámbito --ha apuntado-- a mí me corresponde, como jefe del Estado, animar a esas instancias a trabajar sumando voluntades, no restándolas; acercando posiciones, no distanciándolas; buscando avenencias, no rechazándolas. Animarles a trabajar con diálogo y altura de miras". En todo caso, ha advertido de que el camino de la recuperación no será "corto ni fácil" y exigirá sacrificios, sin olvidar la coordinación necesaria con la Unión Europea, donde España, ha puntualizado el monarca, debe seguir desempeñando "un papel relevante".

Paro y ETA

En lo que concierne al paro, el Rey ha reiterado que la cifra actual de desempleados (supera los cinco millones) resulta "moralmente inasumible" y ha concluido que tanto los ciudadanos como las instituciones y las administraciones públicas deben centrar sus esfuerzos en crear puestos de trabajo. Asimismo, ha agradecido a las familias por contribuir a la estabillidad social en un momento complicado y ha defendido el Estado del bienestar como punto "indispensable" de cohesión.

Por último, se ha referido a ETA sin extenderse demasiado: ha alabado la actitud de resistencia mantenida por el Estado, ha recordado a las víctimas del terrorismo y ha instado a la banda a entregar las armas y desaparecer.